Martes, 05-08-08
Causa una cierta impresión ver cómo cientos de soldados se despliegan con naturalidad por las calles de la ciudad en la que te encuentras. Sin embargo, dice el ministro de Defensa italiano, Ignazio LaRussa, que al final la gente se acostumbrará. Y, quién sabe, hasta a lo mejor los turistas que vengan a Roma en vez de hacerse la típica foto con el Coliseo y un gladiador, optarán por cambiar a tan «anticuado» combatiente, con otro más moderno, como, por ejemplo, un militar.
Un total de 3.000 soldados llegaron ayer a las principales ciudades de la geografía italiana, cumpliendo el mandato del decreto firmado por el Gobierno de Silvio Berlusconi, el pasado 27 de julio. Durante seis meses, militares del ejército de tierra, mar y aire, velarán por la seguridad de los ciudadanos realizando patrullas en zonas consideradas sensibles, como embajadas y centros de acogida de inmigrantes sin papeles, y por las calles de las ciudades más grandes. Pasado ese periodo, un comité evaluará los resultados obtenidos y determinará la necesidad, o no, de una ampliación del mandato hasta un total de un año.
«Puesta en escena»
La medida fue duramente criticada en el momento de la aprobación, tanto por la oposición como por los propios militares, que consideran que es suficiente intentar velar por la seguridad pública con los cinco cuerpos de policía distintos que existen, ya que ellos ya tienen bastante con las misiones que realizan en el extranjero.
Mientras, desde la oposición, la crítica más dura llegó desde la centrista «Italia de los Valores», que consideró una «puesta en escena» la llegada del ejército. Asimismo, el cuerpo de policía lanzó una dura crítica contra el gobierno, expresando su «decepción y rabia porque este gobierno ha ganado las elecciones prometiendo mayor seguridad, pero han traído al ejército en vez de invertir en la policía»
Así que aquí están los 3.000 militares, que costarán a las arcas públicas 31,2 millones de euros al año. Los soldados - entre los que hay un treintena de mujeres- están siendo divididos en grupos de tres pelotones, de mil hombres cada uno: el primero tiene como objetivo la vigilancia de los centros de acogida de inmigrantes ilegales, presentes en 16 provincias; el segundo se ocupará de presidir los 72 objetivos «sensibles», es decir, embajadas, iglesias, estaciones de metro, etc, de Roma, Milán y Nápoles; el último grupo patrullará algunas ciudades a pie, junto a la policía local.
«Todos los militares que patrullan las ciudades -intentó tranquilizar el ministro de Defensa- son personas que han desarrollado misiones más complicadas en el extranjero».
800 hombre para Roma
Esta explicación no convenció mucho, sobre todo al alcalde de Roma, Gianni Alemanno, quien solicitó que los militares no patrullen por el centro histórico de la ciudad.
Por ahora se ha desplegado un contingente de 400 hombres -al que se unirán 397 más alo largo de la semana- destinado a las embajadas de países como Irak, Irán, o Libia. Pero la presencia en las calles del centro histórico de la capital italiana fue considerada necesaria por el gobierno, así que habrá que acostumbrarse a ver a soldados paseando por las arterias de Roma.

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