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El SAS cita a una persona que murió hace ocho meses de cáncer vesical

El Servicio Andaluz de Salud citó a Santiago Molina Berbel, fallecido el pasado 28 de noviembre de 2007, el día 21 de julio, a las 15.45, en la Unidad del Dolor ubicada en el Hospital de San Lázaro. Aunque su muerte se produjo en el Hospital Universitario Virgen Macarena, «la comunicación entre los diferentes centros, integrados en el mismo área hospitalaria debe ser escasa para que ocho meses después siga constando mi padre en la lista de pacientes», afirma Santiago, hijo del fallecido.

Santiago Molina padecía una neoplasia vesical, cáncer de vejiga de la orina, y acudía de forma periódica al Servicio de Anestesiología y Reanimación, a la Unidad del Dolor, donde se le suministraba tratamiento para su grave enfermedad.

En febrero de 2007, fue intervenido quirúrgicamente, tras pasar dos meses en lista de espera y tras acudir a urgencias presentando una hematuria y retención aguda de orina. Desde ese momento, comienza la lucha por «sobrevivir» y que el SAS le «preste» atención. Después de trece días hospitalizado recibió el alta donde se le recomienda que continuase con el tratamiento previo a su ingreso y le añaden un medicamento. Para la siguiente revisión el informe de alta instaba a que fuese el propio paciente el que pidiese la cita en el Hospital de San Lázaro para ser revisado en la consulta de Oncología Vesical al mes de la intervención.

Frecuentes hemorragias motivaban que pasase cuatro o cinco días en la Unidad de Observación, sin que esta estancia le aportase remedio alguno, ya que al parecer, su enfermedad le producía esas hemorragias. Luego le daban el alta. En esta misma situación continuó hasta agosto del año pasado, cuando en uno de esas «recaídas», sus familiares se negaron a que de nuevo, tras pasar varios días hospitalizados, volviese a su casa.

Se produce entonces una segunda intervención en agosto, por petición y requerimiento de sus hijos. Así Santiago Molina, hijo, afirma: «Nos negamos a que le dieran como “siempre” el alta, ya que las hemorragias no eran simplemente síntomas del cáncer». Fue entonces cuando procedieron a hacerle un lavado vesical. Durante el postoperatorio, enfermeros de la Unidad del Dolor le hicieron un estudio sobre la dosis de morfina correspondiente a su estado.

Asimismo, su historial desde que comenzó la enfermedad lo llevaba a cabo la Unidad del Dolor. Posteriormente, en el mes de noviembre, en su último ingreso, lo visitó el personal de la Unidad del Dolor paso previo para que el paciente tomara la dosis fuerte en sus últimos días de vida.

A pesar de que todos los datos se gestionan a través del programas informáticos en red, en este caso, denominado «Dyraya», a casa de la viuda de Santiago Molina Berbel, hace unos días llegó una carta en la que se citaba para una nueva atención en la Unidad del Dolor en el Hospital de San Lázaro para el pasado 21 de julio. En la carta se insistía en la necesidad de confirmar la asistencia, y en caso de no hacerlo comunicarlo, en solidaridad, con otros pacientes.

Un error de estas características causa un daño muy grande a una familia que ha sufrido una enfermedad de este tipo. Sobre todo a la viuda, que es una persona mayor a la que le ha costado mucho superar este trance.

Esta «equivocación» delata, dice la familia. lo que puede ser ya una evidencia para muchos, y es la falta de cooperación entre las distintas áreas hospitalarias. Sin obviar por supuesto, las carencias de las que consta el sistema sanitario público andaluz, declara el hijo del fallecido.

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