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«Lo que de verdad importa» a los jóvenes es ayudar y cambiar el mundo

En el I Congreso de Jóvenes con Valores, celebrado ayer en Sevilla, los presentes demostraron que sí les interesan los demás

Se equivocan quienes aseguran que los jóvenes no se preocupan más que de sí mismos. Los casi 2.000 que a lo largo de todo el día participaron en el I Congreso de Jóvenes en Valores «Lo que de verdad importa», organizado por Además Proyectos Solidarios en colaboración con Cooperación Internacional y patrocinado por las fundaciones Repsol y Rafael del Pino, Cajasol y ABC, demostraron con sus aplausos, sus risas y hasta con alguna lagrimita que son solidarios en las tragedias, que reconocen la superación ante la adversidad y que elogian a quien es capaz de renunciar a una vida amable por ayudar a los demás. A aprender de los otros, a ayudarlos y a defender la vida en cualquiera de sus etapas los animaron la presidenta de honor del Congreso, María Luisa Guardiola, y el director de ABC de Sevilla, Álvaro Ybarra, encargados de inaugurar el Congreso.

Jaume Sanllorente y Bombay

Presidente de la ONG Sonrisas de Bombay

Jaume Sanllorente fue capaz de encandilar ya en la primera de las ponencias a los asistentes a los que contó como en la India desde los padres a la Policía pasando por las mafias locales son capaces de vender y comprar a niños, incluso bebés, para prostituirlos.

Aunque no ahondó en calamidades, los pocos ejemplos que puso —un niño de dos años comiéndose un preservativo usado, u otro rociado con los sesos de su padre al que su madre desfigurada por ácido había matado— fueron suficientes para que los presentes le despidieran de pie y con dos minutos de aplausos. Sanllorente se mueve con escoltas porque está amenazado de muerte. Dice que si lo mataran no le importaría porque «ha merecido la pena sacar de la miseria y la prostitución a 6.000 niños en cinco años». Como fueron muchos los que le preguntaron cómo podrían ayudarle en su misión, Sanllorente les recomendó que no hace falta irse a la India para ser «un servidor» de los desfavorecidos. Tanto Miguel, como a sus compañeros de Altair; Álvaro y los suyos del instituto Azahar a Marta, María y Cristina, de Prodean, comparten las inquietudes de Sanllorente.

William Rodríguez y Nueva York

Presidente de la Asociación Hispana de Víctimas del 11-S

El Congreso cambió de aire con la puesta en escena que hizo el que para muchos es la última persona que salió viva del World Trade Center tras rescatar personalmente a 15 personas, aunque nada pudo hacer por sus amigos que trabajaban en la Torre Norte.

A William se le nota que desde los atentados ha dejado de limpiar escaleras para dedicarse a los demás, y que pronuncia conferencias por todo el mundo, una de ellas en Londres ante 42.000 musulmanes.

No escatimó detalles sobre cómo se sintieron desde el primer sótano de la Torre Norte los impactos de los aviones contra los edificios, y deleitó a los presentes con sus sonidos onomatopéyicos mientras relataba como iba encontrándose en su recorrido, escaleras arriba, con supervivientes a los que ayudaba a salir.

También arrancó aplausos de reconocimiento del público cuando contó cómo se puso en contacto con su madre inmediatamente después del primer atentado y cómo la volvió a ver un mes después en un plató de televisión.

Animó a los jóvenes, que estarán —dijo— más preparados que él mismo, a no dejarse hundir por la tragedia y, como Sanllorente, recordó que se puede trabajar por los demás sin moverse de la ciudad de origen. William contagió su entusiasmo a Ana, María, Lorena y María Luisa, que se desplazaron desde Antequera para asistir al Congreso. Entusiasmados estaban también Gonzalo, José Miguel, Víctor, Luis, José María y Rafael y su nutrido grupo de compañeros del colegio Tabladilla.

Pedro García Aguado y las drogas

Campeón del mundo de Waterpolo

Especialmente emotivo resultó el testimonio de Pedro García Aguado, que superó su adicción a las drogas y al alcohol tras disfrutar del éxito deportivo. Animó a los jóvenes a no dejarse arrastrar por ellas y les recordó que el éxito ha llevado a muchos hombres al fracaso. Incidió en que «tomar» los fines de semana se termina convirtiendo en consumo diario y que, en su caso, el fracaso le ha enseñado lo que el éxito oculta.

Ante las preguntas de los asistentes afirmó que se decidió a abandonar las drogas y el alcohol al comprobar que ya no podía culpar a nadie de esa esclavitud, y aseguró que ahora que es terapeuta y que está empeñado en ayudar a otros que han pasado por situaciones similares a la suya lo hace no por moralizar, sino por concienciar del riesgo.

Fue tan sincero que aseguró que cuando sus amigos le daban de lado por su enfermedad buscaba a otros hasta que acabó solo, y eso que en sus fiestas «nunca faltaba bebida; lo que faltaba siempre era comida». Dirigiéndose a William Rodríguez, que en su ponencia había preguntado dónde estaba cada uno de los presentes el día de los atentados de las Torres Gemelas, Pedro García Aguado dijo: «yo me estaba drogando». Como sus compañeros dijo que hay algo más grande que el hombre: «al menos un ángel de la guarda»

Eduardo Verástegui y el amor

Actor, músico y filántropo

Quien más aplausos se llevó en el congreso «Lo que de verdad importa» fue Eduardo Verástegui, productor de «Bella» y defensor de la castidad antes del matrimonio, aunque él confesó que hasta hace cinco años era todo lo contrario. Llegó a reconocer que aunque adora a su madre y a sus tres hermanas, su comportamiento con las mujeres no era el que merecen. Su defensa de la virginidad fue tal que algunos de los presentes le preguntaron si es cura. Él contestó que era católico, soltero y defensor de que la vida no es un accidente, sino un regalo de Dios hasta la muerte natural.

Los bebés de las mujeres de las que convenció para que no abortasen que ha tenido en brazos han sido sus mejores trofeos, «y como no somos monedas de oro, el mejor regalo a la pareja es la virginidad».

El éxito del Congreso de Jóvenes con Valores «Lo que de verdad importa» ha sido tal que Además Proyectos Solidarios, organizador del mismo trabaja ya en el del año que viene cuando volverá a contar con un nutrido grupo de voluntarios, como Amparo Ruz Chacón, que tras doce horas de trabajo aún tenía una sonrisa para los asistentes.

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