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Sevilla es más ruidosa por la noche

Sevilla es más ruidosa por la noche

Joaquín Herrera

Abogado

Es especialista en contaminación acústica y acaba de publicar una obra sobre el ruido.

-¿Qué pretende con el libro La defensa jurídica contra la contaminación acústica?

-En este trabajo pretendo dar a vecinos y operadores jurídicos las claves para luchar contra el ruido con eficacia. Ni experimentos, ni probanzas.

-¿Sevilla es una ciudad ruidosa? -Sevilla, supera los límites de la Organización Mundial de la Salud. La afección es más grave por la noche. El ecobarómetro realizado por la Consejería de Medio Ambiente determina que el ruido es el problema que más preocupa a los vecinos de las grandes ciudades desde hace 8 años. No obstante la dedicación de medios es irrisoria. Se dedican muchos fondos a medir, a realizar estudios y ninguno para la gestión del ruido diario. El ruido es un verdadero problema de salud pública que lo convierte para los afectados en el centro de su vida. Víctimas a quienes dedico el libro.

-¿La culpa reside en los ciudadanos o en la administración? ¿educación o falta de medios?

-La culpa será del cha, cha, cha; no es un problema de culpas. Se trata de buscar soluciones a un tema técnico jurídico y vecinal de primer orden. Decir que hay ruido no es una cuestión política. Realizar, consentir o no controlar la contaminación acústica es una actitud violenta que merece una respuesta jurídica.

-¿En los tribunales hay más conciencia que es una actividad delictiva, un delito medioambiental?

-Esas son las claves que quiere dar la obra, seleccionar la vía jurídica más óptima que son por este orden: civil, contenciosa y penal. El que intente que se lo arregle su ayuntamiento (administrativa) está pidiendo peras al olmo.

-¿Lo más curioso o raro que ha visto sobre ruido?

-Es habitual, por existencia de puentes acústicos que los vecinos afectados no sean los de los primeros pisos o los más cercanos. Y lo que más me preocupa, es que se desconozca que el ruido perturba la salud aunque su nivel esté dentro de los límites legales; generalizando tres decibelios más sobre los límites administrativos es el doble del ruido permitido. Una auténtica barbaridad.

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