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Ojú, la Feria

Aunque hasta esta noche el alcalde no le dará al botoncito del alumbrado para que empiece oficialmente la Feria, más de uno anda ya harto de coles feriales, y de manzanilla, claro, con tanto festolín previo, que cada año se adelantan más los pescaítos del fin de semana (prepescaítos, los llaman los más enterados), potajes, paellas, garbanzadas, jamonadas, mariscadas y ágapes varios. Dicen que lo hacen para evitar las bullas y aglomeraciones de los días grandes pero en realidad lo que han conseguido es adelantar esas bullas y aglomeraciones y que al final la Feria dure diez días, lo cual no hay cuerpo ni bolsillo que lo aguante por mucha afición que se le eche al asunto, menos todavía con varios festivos de por medio y con la crisis a cuestas.

Diez días seguidos no los resiste ni el forofo más recalcitrante, de modo que ya me dirán los que nunca hemos estado por la labor, los que conformamos la Sevilla malajona, que somos multitud, los que ya nos lo hemos bebido todo o los que tenemos el mollate prohibido por prescripción facultativa. Para nosotros la Feria llega a ser un auténtico suplicio porque lo grave del caso es que dejar de ir por allí no es tan fácil como parece y siendo sevillano y viviendo aquí, no nos libramos ni con alas de dar con nuestros huesos en el real de Los Remedios al menos un par de veces o tres. Por hache o por be, por compromisos ineludibles, por mandatos sociales o conyugales, por imposiciones filiales o por lo que sea, son pocos, muy pocos los que se libran de hocicar con la Feria y muchos los que ya afrontamos la situación como un auténtico deporte de riesgo. Tras mucho negociar, y alegando que ya voy siendo carroza, yo lo más que he conseguido es que mi mujer me aplique directamente la ordenanza de carruajes con lo cual me saca sólo los días alternos. Aún así, cuando me toca, vivo la situación con auténtico pavor porque siempre hay quien con su mejor voluntad y con el peor de los resultados, se te acerca sonriente botella en mano y te dice aquello de venga, que una copita nunca le ha hecho daño a nadie y vuelves a liarte, como te liaste el año anterior y te liarás el que viene. Será, digo yo que la Feria, como todos los deportes de alto riesgo, engancha y al final, por muchos cascos, arneses de seguridad, coderas y protectores que quieras ponerte, no puedes evitar tirarte por el barranco, que se disparate la adrenalina y que salga el sol por dónde tenga que salir. Total, son sólo diez días…

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