«Habría que investigar dónde están las momias que Perú trajo a la Expo de 1929»
MILLÁN HERCE
Actualizado Domingo, 07-06-09 a las 12:04
Descubrió en 1987 la tumba del Señor de Sipán, de unos 1.750 años, y ha celebrado con una visita a Sevilla que National Geographic haya culminado un documental sobre su hallazgo.

—¿Qué le trae por Sevilla?
—Sus maravillas artísticas y arquitectónicas, que uno nunca termina de conocerlas, y cada vez suponen una experiencia diferente. Llevaba casi seis años sin venir por aquí.
—¿Qué sintió al hallar la tumba del Señor de Sipán?
—Descubrir una tumba como ésa significa abrir una página importante del antiguo Perú. Era la primera tumba de un gobernante preincaico que podíamos conocer científicamente. Significó la inmensa satisfacción de poder registrar para el mundo lo que fue el esplendor y el alto grado de desarrollo de la cultura mochica. Una tumba de un hombre importante es una síntesis de su tiempo. También asumí la responsabilidad de que no quedara sólo en un descubrimiento, de conservar la tumba y ubicarla en un lugar adecuado, en un museo que la presentara dignamente al mundo.
—¿Qué buscaba cuando la halló?
—Nuestra única pretensión era salvar lo que se pudiera salvar, porque el monumento estaba siendo saqueado, en medio de la fuerte crisis económica y política que vivía Perú entonces. Logramos convertir un rescate en uno de los proyectos más importantes de la arqueología peruana.
—¿En qué cambió su vida ese hallazgo?
—Sipán comprometió todo mi esfuerzo profesional, mi vida desde hace 22 años gira alrededor del Señor de Sipán. Cuando me preguntaron esto del National Geographic dije que yo era el último sirviente del Señor del Sipán. He vuelto al pasado para seguir sirviendo a este personaje, que encarna no sólo el poder sino la identidad de mi pueblo. La suya fue una época esplendorosa, con una cultura creativa y un alto desarrollo tecnológico.
—¿Cree en la maldición de la momia?
—No; cuando se habla del descubrimiento de tumbas, como en el caso de Tutankamon, se habla de maldiciones, pero no creo que las haya. Hicimos el trabajo no sólo con respeto profesional, sino también hacia el personaje que estábamos desvelando. Una tumba es el reposo definitivo de cualquier persona y nosotros interrumpimos ese reposo, pero con la justificación de que si no lo salvábamos iba a ser destruido y caería en manos de traficantes. Los traficantes hubieran robado los bienes de un muerto y nosotros los recuperamos para conservarlos dignamente. El museo construido para la momia es como un mausoleo, como nuestro Escorial.
—Hasta vivió tiroteos …
—Fueron momentos muy difíciles, con una crisis que afectaba a todo el país, y hubo que desalojar a los profanadores y a pobladores que, por desconocimiento, creían que era un lugar donde se podían extraer objetos de oro.
—Igual que Indiana Jones…
—Sí, pocos proyectos arqueológicos habrán pasado tantas dificultades. En un país con una crisis dramática como aquella los saqueadores actuaban con impunidad, y también los traficantes, que son los verdaderos culpables de la destrucción del patrimonio. National Geographic dijo que el proyecto de Sipán era una mezcla de ciencia, aventura y patriotismo. Hubo que correr riesgos.
—¿Qué le parece que Egipto reclame a Alemania del busto de Nefertiti?
—Es justo, pero una negociación difícil de manejar. Muchos museos, en el pasado, salvaron de la destrucción las obras de arte, y eso también tiene mérito. Pero las naciones deben respetarse y llegará un momento en que devolverán estas piezas..
—¿Es como la reclamación de Perú sobre piezas de Machu Pichu en la Universidad de Yale?
—Sí, es el mismo caso. Cuando se pidió autorización al Gobierno peruano para sacar esas piezas y analizarlas, en Perú no había ni un laboratorio, pero los investigadores norteamericanos hablaron siempre de préstamo y en los documentos se fijaba un plazo para devolverlas, y la Universidad de Yale no cumplió ni con el plazo ni con la devolución.
—¿Qué sucedió con las momias que Perú trajo a la Exposición de 1929?
—No lo sé. Habría que hacer una investigación y saber dónde terminaron.
—Podría ser el Pabellón del Perú un museo o centro cultural peruano?
—Ya hubo alguna propuesta, y sería interesante.
—En Perú se han descubierto la ciudad más antigua de América y la Ciudad Perdida de los Incas ¿Queda mucho por descubrir?
—Perú tiene mucho que mostrar al mundo, sobre todo el alto grado de desarrollo que alcanzaron estos pueblos.
—¿Perú es el Egipto de América?
—Es una figura que se puede aplicar, creo que sí, y además hay aspectos muy desconocidos de nuestra historia, como la cultura mochica, una de las más desarrolladas de la América precolombina, y falta completar el cuadro evolutivo de esas culturas.
—¿Teme más a la fiebre del oro que a la fiebre porcina?
—Sí, el oro precolombino es uno de los materiales más buscados por los coleccionistas y los traficantes, que propician el saqueo y la destrucción de la historia de la Humanidad. En busca de oro se han destruido las pirámides de Egipto, y en el caso de América se siguen destruyendo muchos yacimientos.
—¿Cuándo se han producido los mayores saqueos?
—Inmediatamente después de la conquista española, con empresas casi mineras para extraer oro de cementerios y santuarios. Y en la primera mitad del siglo XX, cuando surge otra demanda de materiales, para colecciones y museos del mundo, que supuso un saqueo masivo.
—¿La arqueología de un país determina su presente?
—La arqueología genera conocimiento sobre el pasado, y un pueblo con identidad puede tener un sustento histórico y un sentimiento de nación. Y el turismo es un factor de desarrollo para los países con un rico pasado.

Enviar a:

¿qué es esto?


Más noticias sobre...