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«El marketing hace mucho y puede vender malos cantantes»

Julia Bauer_Cantante de ópera y «Aminta» en «La mujer silenciosa»

Es una paradoja que a una ópera le pongan el título de «La mujer silenciosa». Pero así es como el próximo día 3 de octubre inaugura su temporada lírica el Teatro de la Maestranza, con este título de Richard Strauss que el compositor realizara en 1935. Haciendo honor a su título, «La mujer silenciosa» ha sido una ópera acallada, pues su estreno en Dresde estuvo acompañado de las purgas políticas a las que fue sometido el libretista de la ópera, el escritor judío Stefan Zweig. La obra estuvo acallada en Alemania y sólo después de la Segunda Guerra Mundial pudo ponerse en escena.

Julia Bauer será el día 3 esa «mujer silenciosa». La soprano alemana visita por primera vez Sevilla.

—Estoy encantada con la ciudad. Me gusta muchísimo. He disfrutado mucho, he paseado y he ido a visitar al Alcázar y la Catedral, cuando los ensayos me lo han permitido. Lo mejor es pasear por la calle. Esta ciudad impresiona.

—No la veo yo a usted muy silenciosa....

—No, para nada (se ríe). Eso decía yo. ¿Cómo me han dado este papel? Es broma. Luego lees la partitura y es un papel difícil y complicado, pero maravilloso. Llevo cuatro meses estudiando este rol y aquí en Sevilla un mes.

—Parece que a los cantantes de ópera se les pide, además de la voz, que exhiban en escena aptitudes a veces acrobáticas más allá de las actorales.

—Sí, a veces sí, pero yo hasta ahora he tenido suerte porque he trabajado con directores de escena maravillosos que siempre han buscado el lucimiento de la voz y mantener el texto de la historia y de la música. Pero sí, a veces ocurren que piden cosas raras, claro.

—¿Nunca le han pedido que cante boca abajo?

—No, pero a mí me gusta probar. En la última ópera de Peter Eötvös, basada en la obra de Gabriel García Márquez, «Del amor y otros demonios», había una escena de un exorcismo y yo tenía que cantar metida en una especie de cubo de un metro cuadrado, y canté.

—¿Le favorece su físico para algunos papeles?

—Si, es una realidad que en la sociedad de la imagen, tener una cierta imagen, favorece. Pero una vez tuve que cantar con una nariz enorme y una peluca roja. Ni se me veía.

—¿Hasta qué punto a veces el vestuario y las pelucas son una tortura para cantar?

—Muchas veces, aunque intentamos que no ocurra, pero a veces no se puede y cantas con trajes incómodos. Aquí no, únicamente salgo con una peluca roja que parezco Marge Simpson.

—Nuestro mundo actual tan veloz, ¿es demasiado rápido para una cantante de ópera?

—Bueno, siempre hay una palabra muy importante que en la ópera hay que decir en alguna ocasión: no. La velocidad la tiene que imponer uno mismo. Siempre habrá gente que querrán exigirte cosas que no debes hacer.

—¿Usted controla su carrera?

—Absolutamente. Es mucho trabajo pero lo hago yo... y también cuenta la suerte.

—¿Dónde se encuentra más a gusto cantando leader o en la ópera?

—La ópera es maravillosa, pero como contrapeso también está el leader. La ópera es mi macrocosmos y el leader, el microcosmos. Lo que ocurre es que se programa poco leader en las salas pequeñas, que es donde se debe hacer porque en las grandes se pierde mucho. El problema es que por rentabilidad suelen hacerlo en las salas grandes.

—¿La crisis ha llegado a la ópera?

—Sí, incluso se anulan cosas ya firmadas. Yo tengo suerte de momento, pero a un compañero mío le han suspendido veinte conciertos, y esos son muchos contratos.

—Además de este papel, ¿tiene previsto estrenar algún otro?

—Sí, «Lulú» de Alban Berg, un papel muy duro que haré en enero en Essen.

—¿Un buen marketing puede vender malos artistas?

—Sí, claro que pasa, el markenting hace mucho, sí venden malos artistas, pero tienen una vida corta. Pero de verdad, en ópera, uno es el responsable de su carrera.

Julia Bauer, vive habitualmente en Berlín, «la ciudad de la cultura», y es una astróloga aficionada. Está entusiasmada porque su hija adolescente va a venir a verla. «La tuve muy joven y ser madre y cantante de ópera fueron carreras que se sucedieron a la vez. Ella ha caminado conmigo y comprende este mundo», afirma.

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