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Se cumplen 25 años de las habaneras de Cádiz de Antonio Burgos y Carlos Cano

Se cumplen 25 años de las habaneras de Cádiz de Antonio Burgos y Carlos Cano

El festival de habaneras que llegó por primera vez al Falla la semana pasada lo tenía todo para celebrarse en Barcelona. No ocurrió. Los responsables de actividades de la UNED cambiaron el escenario. Habían sabido de una canción de nostalgias y lejanías, de mar y de horizontes: Habaneras de Cádiz. No hacen falta presentaciones.

En Internet, en los escenarios de los bares, las barras del Carnaval y en las cabezas de los gaditanos de dentro y los del exilio, nativos y adoptados, suena el comienzo de un tango que parieron los versos de Antonio Burgos y los acordes de Carlos Cano . «Desde que estuve, niña, en La Habana no se me puede olvidar tanto Cádiz ante mi ventana, Tacita lejana, aquella mañana pude contemplar...» A solas. La cantaban sin orquestas, ni bandurrias, ni bateas, más que las que los sostenían en su cabeza. Matalascañas, 1984. Nacía un himno .

«Una vez fue que me movió la luz del faro, y le escribí a Cádiz un poema de amor -explica el escritor sevillano-. Y una vez fue que Carlos Cano le puso música a aquel poema de amor, porque en la lejanía de las mulatas del Tropicana habíamos recordado a la misma novia, Tacita, lejana Y una vez fue que Cádiz entero se puso a cantar aquella copla». Ese es el resumen literario, aunque la cosa pasó de manera parecida. « Carlos Cano -fallecido en 2000 - quería que hiciéramos un trabajo juntos hacía mucho tiempo», cuenta Burgos. Claro, que los viajes tienen finales inciertos. Ambos habían viajado a La Habana por su lado y ambos habían venido con los ojos llenos «no de Cuba, sino de Cádiz». Nunca vieron tanto Campo del Sur «como en el Malecón» y allí se encontraban con una Andalucía no real, pero sí soñada. «La Cabaña recordaba a la Torre Tavira» y las caderas de las mulatas del Tropicana «tenían un algo de pecadoras grupas de las periquitas del Pay Pay».

Una canción de nostalgias y lejanías, de mar y de horizontes

Así que escribieron la habanera, primero la letra y después la música, pero «había que meterse en Cádiz». Burgos se había metido musicalmente una noche que vio por televisión el certamen de habaneras de Torrevieja.«Aquello sonaba a coro, más sin gracia».Volvió a José María Pemán en un librito con el texto de La viudita naviera, que tenía varias habaneras. «Sólo había que cogerle el compás, como quien escucha un cuplé en una tienda y se lo quiere aprender. De allí salió el ritmo interior de la habanera, una idea métrica».

Le faltaba la gracia, así que se acordó de Lola Flores vestida de La Legionaria de Quiñones , del brazo de Jesús Fernández Palacios y de lo que le contó Carlos Cano. A la vuelta de cantar en la Cuba de Batista, había dicho aquello de «Hijo, esto es como Cádiz, pero con más negros y con más palmeras que las que hay en el Parque Genovés». La Habana ya era Cádiz con más negritos, Cádiz la Habana con más salero.

Burgos le había leído la letra por teléfono. Otoño 1984. Mataban a Indira Gandhi, se recrudecía el conflicto de Astilleros y los dos autores decidieron pasar un fin de semana en el Coto de Doñana, en Matalascañas, a «rematar y componer». Carlos iba componiendo verso a verso la música «ante la misma mar de Cádiz». Una hora después, la habanera estaba compuesta. Entonces la cantaron los dos. «Nunca un coro ha tenido menos voces, pero más enamoradas que aquellas dos».

La Habana ya era Cádiz con más negritos, Cádiz la Habana con más salero

una calle entre El Mora y la Caleta

Hijo Adoptivo

Las versiones

Ya era más que un pelotazo. Muchos y muy distintos se dejaron seducir por las Habaneras, la cantaron y grabaron sus versiones. María Dolores Pradera, Pasión Vega, Chano Lobato, Nati Mistral, Los del Río, la coral polifónica Canticum Novum, Coral San Buenaventura; los grupos mediterráneos de habaneras Por Bou, Nubiola, Mar Endins, Aires del Vallés, Agua Dulce, Arrels de la Terra Ferma, Mestre d´Aixa y Els Cremats, la comparsa España La Nueva, entre muchas otras agrupaciones carnavalescas, Liuba María Hevia.

De la larga lista, las dos versiones preferidas de Antonio Burgos fueron la de María Dolores Pradera y la que hizo el año de La Torcida el coro de Julio Pardo .

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