Mágica Batuta

CLÁSICA

ROSS: 5º de Abono Obras_ Dvorák, Revueltas, Ginastera. Orquesta de Córdoba. Director_ M.Hernández-Silva. Teatro de la Maestranza. Día_ 13-11-2009

La Orquesta de Córdoba es una formación sinfónica media (plantilla de unos 60 profesores), cuya calidad, aunque correcta, no despuntaría especialmente en circunstancias normales. Pero, desde 2005, tiene un tesoro impagable: la batuta de Manuel Hernández-Silva (Caracas, 1962), bajo cuya conducción ha alcanzado las más altas cotas. El director se formó durante 21 años en Viena, y ahora es una figura internacional, invitado por numerosas grandes orquestas de Europa y las Américas, sin abandonar a su Orquesta cordobesa. Como tantas veces, poco se sabe por aquí de la excepcional calidad de este maestro (menos en Córdoba, claro): eso «explica» (aparte de esta tan repetida anómala programación de viernes/sábado) que el Teatro no estuviera abarrotado: por la belleza del programa y por la excelencia del conductor y de la Orquesta. Si Dvorák no hubiera escrito su «9ª Sinfonía, Del Nuevo Mundo», su obra sinfónica más famosa hubiera sido esta preciosa «Octava», tan idiomática, tan empapada del espíritu checo, tan riquísima melódica y rítmicamente (como tantas obras de su autor). La he escuchado en directo más de diez veces (varias de ellas en su propio país), y puedo asegurar que esta versión está entre las mejores. Con unos cellos geniales, flauta/piccolo, oboe, corno inglés excepcionales, y todo el conjunto empastado y flexible, los cuatro movimientos desfilaron deliciosamente de principio a fin. En la 2ª parte, «Redes, Suite para orquesta», del mexicano Silvestre Revueltas (1899-1940), en la poco usual recreación del propio compositor, tal vez el más grande de toda Iberoamérica, y «Danzas del ballet Estancia» del argentino Alberto Ginastera (1916-1983): dos joyas de contrastes y de ritmos. Y como bis, el «Preludio de El Bateo» de Chueca, con una elegancia que desafía a cualquier vals vienés. El público, entregado.