Lunes , 15-03-10
«Crecí y pinté, viví y pinté, amé y pinté, sufrí y pinté y cuando muera quisiera morir pintando. Hay tanto que mirar y tanto que pintar». Son palabras de Aurelio Domínguez para acompañar algunas de sus obras, recogidas en una web de arte en Internet.Su filosofía con el pincel se resume perfectamente en ellas y se percibe con impacto en sus pinturas.
Una exposición en el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla da buena cuenta de ello. Son 32 obras de imágenes de la Semana Santa de Sevilla, en pastel y acuarela, con impresionante reflejo de la realidad y con unos matices que parece imposible lograr con esas técnicas, como bien puede apreciarse en la acuarela del farol de Pasión, donde los reflejos sobre la plata o la luz sobre el cristal provocan una sensación de hiperrealidad y ensoñación. Algo que también se percibe en sus dos imágenes de incienso, que difuminan los rostros de los acólitos, o sus fieles retratos de Cristos y Vírgenes.
Explica el pintor que 16 de las obras son a pastel y el resto a acuarela, «y se nota la diferencia». Las primeras pinturas que componen esta muestra surgieron a raíz de un encargo de recrear al Cristo de la Buena Muerte, de la Hermandad de los Estudiantes. A partir de ahí, espoleado por sus amigos para hacer una exposición, continuó. Tenía en 2006 16 Cristos a pastel, pero aquella idea no prosperó. Posteriormente, Aurelio Domínguez empezó a hacer acuarelas, que son las que configuran su primera exposición individual.
Lleva cuarenta y cinco años pintando y compaginándolo con labores siempre relacionadas con la creación artística. Ha trabajado en agencias de publicidad y como independiente, ha diseñado por ordenador, ha trabajado con aerógrafo, acuarela, plumilla, «porque en esos trabajos hay que tocar todos los palos para lograr lo que pide el cliente», subraya el pintor, que ya jubilado, puede dedicarse en cuerpo y alma a la pintura.
El resultado lo tienen ahí recogido en esta muestra que expone su maestría en los rostros de los Cristos a pastel, que disfruta pintando «porque las caras de hombres son más musculadas y disfruto con las expresiones y los gestos, aunque las de las Vírgenes, tan redondeadas como la de la Macarena, son un reto. Me gusta el peligro que representa utilizar acuarela». En cualquier caso, reconoce Aurelio Domínguez que uno de los Cristos «que me pegó un pellizco fue el de la Fundación, de Los Negritos, porque estaba pintando la muerte y se me metió dentro».
Su exposición en el Mercantil, que permanecerá hasta el próximo 21 de este mes, le está reportando muchas satisfacciones y halagos, pero no ventas, porque, como dice «hay poco dinero».

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