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«Por una buena tarde de Morante o Manzanares iría nadando a Nueva York»

Carmen Elías Iglesias_Miembro del Consejo Audiovisual de la RTVA

«Por una buena tarde de Morante o Manzanares iría nadando a Nueva York»

Hace unas semanas dio en Nueva York su pregón taurino. Miembro (que no miembra) del Consejo Audiovisual de la RTVA, salió a hombros hasta el piso 17 del Manhattan Penthouse, en la V Avenida —¿Siguen viéndose en Central Park aficionados a los toros dándoles pases a las ardillas?

—Y a todo el que se deje y no proteste cuando lo citen de frente y por derecho. Si no fuera por el acento yanqui, cualquier tertulia de Central Park no tendría nada que envidiarle a las de Puerta Grande.

—Es una imagen inaudita y digna darla a conocer para aquellos que creen que los toros son un asunto cruelmente español ¿no cree?

—Por supuesto, aunque no creo que la acepten; es la crueldad de la intolerancia. Lore Monning y el Club Taurino de NY están haciendo por la fiesta una labor impagable.

—Sé que le gustan los toros hasta a rabiar. Pero ¿tiene opinión sobre toros como el de Alhaurín El Grande y otras excentricidades tradicionales?

—Lo que ha pasado en Alhaurín no tiene nada que ver con los toros. Igual podían haberla emprendido a golpes con un perro que pasara por allí. Un aficionado nunca se comportaría así.

—El año pasado fue su compañero Juan Belmonte el que dio el pregón en Nueva York. Hay fotos de que salió a hombros a una gran avenida. ¿Se puede saber que han hecho con usted?

—Es imposible llegar al nivel de Juan Belmonte, el toreo le corre por las venas. Mi paseo a hombros se quedó en la planta 17.

—Y qué dijo usted en Nueva York sobre los antitaurinos catalanes?

—Lo mismo que en todos sitios, que no puede pedir respeto para el animal el que no se lo tiene al hombre. A nadie lo obligan a ir a los toros, al que no le guste que no vaya.

—¿El pregón fue en inglés o en español?

—¿Usted me ve a mí hablando de toros en inglés?

—Tengo entendido que en el pregón cita a usted a la diosa rubia peruana, a Conchita Cintrón, rejoneadora, ¿reivindicó quizás a la mujer torera?

—Hablé del toreo, en femenino plural. El mundo del toro es difícil, para hombres y mujeres; el sitio se debería ganar en la plaza y no en los despachos.

—Conociéndola como la conozco imagino que no faltó en el pregón un guiño a Morante y otro a Manzanares…

—Para ver una buena tarde de cualquiera de los dos, iría y vendría a Nueva York nadando¡¡¡

—Y usted, en esto de los toros y los toreros, ¿es como algunos aficionados futbolísticos que lo son hasta la muerte o «manquepierda»?

—Por supuesto, cuando se ha saboreado el toreo puro y profundo no se olvida nunca. Una tarde mala la tiene cualquiera, pero artistas no nacen todos los días.

—Nunca le ha puesto los cuernos a una idea, a un adhesión torera, a una estética taurina?

—Nunca. Pero aprendo cosas nuevas todos los días. Sólo los que se ponen delante saben de toros.

—O sea, que es usted una chica de principios inamovibles…

—No sabe como le agradezco lo de chica, ¡ya me lo dice poca gente! Soy firme, constante, recia, dicen algunos. Mi padre me dijo que en esta vida podía ser lo que quisiera menos tonta.

—¿Fue determinante su padre en su pasión taurina?

—Totalmente. Me llevó a los toros antes de que aprendiera a hablar y me enseñó a ver toros sin darme una sola lección. Ver con él una corrida de toros es una de las cosas que más echo de menos.

—Se puede dar una circunstancia curiosa en el mundo del toro: que los espectadores puedan fumar en las plazas pero que esté prohibido torear…

—Absurdo y por tanto posible. Mi amigo Jorge Camacho le mandó un email al Dalai Lama tras leer unas declaraciones suyas criticando la fiesta de los toros diciéndole «ocúpate de tus vacas».

—¿Echa de menos la profesión, el periodismo taurino?

—Veo toros todo el año, hablo a menudo con los compañeros pero… cuando me llaman desde un callejón para contarme lo que acaba de pasar en sabe Dios dónde… las tripas hacen glu,glu,glu.

—Pero en el Consejo Audiovisual donde usted trabaja ahora hay que tener una muleta…

—Las de Belmonte, Joselito, Ordóñez y Romero juntas¡¡¡ Allí algunos no entienden que para mandar primero hay que templar.

—¿Qué abunda más en el Consejo: las cornadas, las faenas o los mansos «pregonaos»?

—(Risas) La crónica de una tarde sería muy similar a la de una terna de lidiadores con oficio y gusto frente a una corrida sin clase.

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