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Alberto de Mónaco se casa

El Príncipe Alberto II anuncia su compromiso matrimonial con Charlene Wittstock

Día 23/06/2010 - 15.03h
El príncipe Alberto II de Mónaco (52 años) ha anunciado con un escueto comunicado oficial su noviazgo oficial, previo a la petición de mano y esponsales, con Charlene Wittstock (32 años), ex nadadora olímpica sudafricana, que ya residía en el palacio de la familia Grimaldi desde hace varios años.
Alberto y Charlene comenzaron a frecuentarse entre el 2005 y el 2006, tras haberse conocido y tratado ocasionalmente en varias manifestaciones deportivas internacionales. La futura esposa del príncipe Alberto era miembro del equipo sur africano de natación en los Juegos Olímpicos del 2000 y ganó sucesivos premios y medallas en varias competiciones deportivas sudafricanas e internacionales.
Alberto y Charlene comenzaron a tratarse e intimar en el terreno estrictamente deportivo, ya que el entonces príncipe heredero dirigió durante muchos años las representaciones de Mónaco en varios juegos olímpicos.
El noviazgo oficioso entre la pareja comenzó a tomar una importancia mayor tras el ocaso y muerte del príncipe Rainiero, el 2005. Ya en el trono de Mónaco, el príncipe Alberto comenzó por asociar a Charlene a la intensa vida social del principado.
Lentamente, Charlene Wittstock comenzó a ocupar un puesto de honor, en Mónaco, en solitario, acompañando a su futuro esposo, y asociada a las princesas Carolina y Estefanía, siempre presentes, en distinta medida.
Prudente e hiperactivo, al mismo tiempo, como su padre y toda su familia, el príncipe Alberto integró a su futura esposa en la complejísima vida social, cultural y económica de Mónaco. Como su padre, el príncipe Rainiero, en los años 50 del siglo XX, el príncipe ha terminado trabando de manera indisociable su vida amorosa y el destino mismo de Mónaco.
Rainiero contrajo matrimonio con Grace Kelly, que se encontraba en el apogeo de su carrera de gran estrella de Hollywood, cuando la vida política y económica de Mónaco cambiaba de rumbo. Alberto heredó un principado en profunda transición. Y anuncia su noviazgo oficial, previo a una boda por venir, cuando Mónaco abre una nueva página de su historia política y económica.
Rainiero puso fin al Mónaco de príncipes rusos y viejas dinastías europea, que él había heredado. E inventó un nuevo Mónaco, indisociable de la nueva geografía financiera mundial. Tras la muerte de su padre, Alberto ha acometido grandes obras, llamadas a cambiar la fisonomía del principado, y ha echado los cimientos de un Mónaco distinto, mucho más integrado en las instituciones y organismos internacionales.
Charlene Wittstock, futura princesa, pondrá un luminoso broche al nuevo Mónaco del príncipe Alberto. La princesa Grace llevó a Mónaco el glamour de un Hollywood de leyenda. La princesa Charlene aportará una nota de otra naturaleza, más deportiva, más juvenil, menos “principesca” y mucho más en contacto con unas realidades inmediatas, sin duda luminosas y radiantes, pero descendiendo del trono para confundirse con la leyenda de la épica deportiva y las nuevas gestas de nuestro tiempo, de la defensa del planeta a la ecología del Mediterráneo, dos combates de fondo del príncipe Alberto.
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