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El Estado español adquirió 22 obras que fueron expoliadas en Italia

Forman parte de la colección Várez Fisa, comprada en 1999 para el Museo Arqueológico Nacional por 12 millones de euros

VERÓNICA BECERRIL

¡Es una trampa!». Con este llamativo titular, la publicación italiana «Il Giornale dell'Arte», mensual especializado perteneciente al grupo editorial Allemandi de Turín, asegura hoy en su número de julio que el Museo Arqueológico Nacional de Madrid posee al menos 22 piezas que pertenecen legítimamente a Italia, ya que fueron vendidas en el «mercado negro del arte». La exclusiva, firmada por el periodista Fabio Isman, analiza el caso español sacando a la luz que los museos europeos empiezan a descubrir que algunas de sus obras no cumplen todos los requisitos de legalidad, sobre todo las adquiridas en las casas de subastas más famosas del mundo, como Sotheby's o Christie's.

El escándalo del museo español salió a la luz gracias a dos arqueólogos italianos, Daniela Rizzo y Maurizio Pellegrini. En 2003, dando un vistazo al catálogo de 500 páginas de la recién presentada colección de más de 180 piezas reunidas por José Luis Varez-Fisa, se dieron cuenta e que

algunas de esas obras las habían visto antes. Los dos arqueólogos, que trabajan en el Museo Etrusco de Roma, ataron cabos y llegaron a la conclusión que se trataba de las imágenes vistas durante su colaboración con la justicia en el caso del mercader de arte Giacomo Medici.

Este hombre, conocido por abastecer piezas raras a las casas de subastas, fue arrestado en 1995 en Ginebra, donde la policía descubrió más de 240 metros cuadrados de almacén de obras no catalogadas extraídas sin permiso de numerosas excavaciones de todo el mundo. El nombre de Varez Fisa no aparecía entre los clientes de Medici, quien utilizaba los mecanismos del mercado negro de la arqueología para introducir sus obras, como pujar él mismo por sus piezas a través de amigos y de este modo dar credibilidad al objeto. Así, poco a poco, el mercader llegó a vender obras a museos de todo el mundo.

«¿Es justo y moral que un museo exponga antigüedades saqueadas recientemente? ¿Qué cultura exponen

estos museos?», se pregunta el autor del artículo, poniendo algunos ejemplos de las obras llegadas a España de forma ilegal: un ánfora metálica de 52 centímetros con un ciervo herido dibujado del siglo VII antes de Cristo, una «oinochoe» etrusca del 600 a. de C., o un ánfora con una figura en negro datada en el año 520 a. de C. atribuida al pintor Príamo.

Medici, según el juez de Roma que le condenó en primer grado a 10 años de cárcel y 10 millones de euros de multa por daños al Estado, contaba con la colaboración del personal de las subastas de Sotheby's. De este modo, el traficante de arte se había convertido en el principal cliente de la casa de subastas hasta 1997, cuando cesó de organizar este tipo de eventos dedicados a la antigüedad.

«El caso era hasta ahora desconocido señala el artículo y seguramente es de bastante gravedad: demuestra cómo los restos arqueológicos extraídos de forma fraudulenta se han extendido por todas partes; ilustra la desenvoltura con la que se

han formado recientemente demasiadas colecciones privadas y cómo los principales museos del mundo, no sólo los americanos o japoneses sino incluso los europeos, no se crean escrúpulos a la hora de comprar antigüedades completamente descontextualizadas, sin pasado, y de proveniencia poco clara».

En este sentido, el artículo evoca algunas medidas de control que se han empezado a aplicar en otros países para evitar que este tipo de casos se vuelva a repetir. Pero «Il Giornale dell'Arte» no solo culpa a la falta de escrúpulos de los museos que adquieren, sino que apunta el dedo contra el Estado italiano, señalando que del mismo modo que estos dos arqueólogos descubrieron el caso español, podrían haberlo hecho ellos. «¿Por qué no se compran todos los catálogos?», se interroga, preguntándose al mismo tiempo si el obierno italiano solicitará ahora la devolución de las piezas extraídas de forma ilegal, o si el Museo Arqueológico Nacional devolverá las piezas de propia voluntad

ahora que sabe la verdad.

El artículo concluye poniendo esta historia en el contexto de los ya conocidos casos del Getty y el Metropolitan de Nueva York que han comenzado a devolver obras de procedencia ilegítima. Pero, añade Fabio Isman, ahora se ve que el daño no se limita a América.

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