«TU CLEMENCIA DÉ CONSUELO»...

¡Salve!, Estrella de los Mares, Virgen del Carmen mía: Bien sabe mi Señora que por aquí suenan gritos de naufragio. Le canto en voz baja «De tu pueblo, a los pesares, tu clemencia dé consuelo...», porque en España han decidido que en la Escuela Naval de Marín no le canten «¡Salve!, ¡salve!, Estrella de los Mares». Fíjese que hacemos agua por los cuatro costados y, sin embargo, Madre del Divino Amor, no permiten que «llegue hasta ti nuestro clamor», que ya son ganas. Dicen que detrás de todo está el fervor laicista del Gobierno, porque aquí manda un señor de apellido Zapatero que tiene claro que todo es discutido y discutible, salvo lo que no tiene discusión: así que ya puede, Virgen del Carmen mía, ir tentándose el manto, porque éstos son capaces de dejarla sin peana. A mi me parece —como dijo la Monja Alférez— , que «no tengo otra cosa buena sino ser español», pero en España, mi Señora, eso no está bien visto, salvo cuando gana la Roja. Me despido en voz baja, implorándole ayuda, que por aquí suenan gritos de naufragio. ¡Salve!, Estrella de los Mares... Y ándese con cuidado, Virgen del Carmen mía.