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De la autocaravana a La Palmera

El delantero Ryan Harper, que ayer firmó su contrato profesional, es la nueva sensación de la cantera bética

ROCÍO RUZ

R. ARROCHA

De pequeño se quedaba viendo los partidos del Glasgow Rangers, en su Escocia natal, sin saber que un día iba a emprender la aventura más maravillosa de su vida. Sus padres decidieron venderlo todo (trabajaban en el sector inmobiliario), comprar una autocaravana y emprender un viaje a «todas partes». Salieron de Glasgow con destino a Londres, para, a posteriori, coger un barco que les llevara a Francia. Allí cogieron una roulotte y emprendieron viaje con destino a la costa andaluza. Vivieron antes en varias ciudades, aprendieron de las experiencias de cada uno de los vecinos de aquellas localidades y pararon en Fuengirola. Ryan Harper, que es hoy una de las sensaciones de la cantera bética, tenía entonces siete años. Viajó con sus padres y hermana y aprendió a vivir, a disfrutar de cada una de las experiencias que se le fueron presentando. La primera, sin duda, el fútbol. Terminó jugando en el Estepona, pero antes hubo tiempo para que sus padres tuvieran dos hijos más, uno de ellos, el futbolista con más proyección del Real Madrid cadete A, Jack Harper. «Es muy bueno, todo el mundo habla muy bien de él. Ha tenido suerte. Conoció, incluso, a Zinedine Zidane», dice el bético, sabedor de que está ante uno de los momentos claves de su vida profesional.

Hoy podría ser convocado para el choque ante el Las Palmas —Mel ya quiso contar con él en el último partido, pero unos problemas en su contrato lo impidieron—, aunque el escocés, prudente, prefiere no imaginarse otra cosa que no sea entrenar día a día. Ahí, en una vida tan distinta, tan especial, sí que le puede el tópico. «Es que es verdad. Para que me voy a ilusionar con algo que no depende de mí. Lo que quiero es triunfar en el Betis, pero hay que ir despacio». Oli, su entrenador en el filial, le ha enseñado a pensar en positivo, a reflexionar con una máxima: «Si trabajas, los frutos pueden llegar».

Se acuerda Harper de aquella tarde de un viernes caluroso en el que le sonó el móvil. «Lo tenía todo acordado para renovar con el Estepona. Iba a firmar el lunes, pero me sonó el teléfono. Era Oli. Me dijo que necesitaba un delantero, que me viniera para el Betis». Ni se lo pensó. Inició su aventura con un compañero, pero ahora vive con su novia. En su casa sevillana se relaja y come como un español más. «Me encanta la comida mediterrénea». Es sólo un ejemplo de lo que le gusta a Harper en Sevilla, en España, a la que una autocaravana le trajo para cumplir un sueño: «Poder debutar con el Betis».

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