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andalucía imparable

La revuelta de los funcionarios

Las protestas de los funcionarios están provocando una crisis inaudita en la estructura del Régimen que Griñán identifica con Andalucía

francisco robles

«Funcionarios, levantaos». De la música de Novecento que marcó la estética revolucionaria en los tiempos dorados de la progresía, al himno de Andalucía que sonó ayer en Torretriana, el palacio de la Bastilla que tomaron los funcionarios para iniciar un tiempo nuevo en esta comunidad abonada al Régimen desde hace treinta años. Los representantes del sindicalismo vertical —minoritarios en la Administración— firmaron con la consejera Martínez Aguayo un documento que respalda el golpe de Régimen que está perpetrándose para asegurar el mantenimiento del poder aunque el partido pierda las elecciones. Los funcionarios protestaban por sus derechos, pero el asunto es mucho más profundo. Se trata de dar un golpe de timón por si las urnas no les son propicias por vez primera en la historia de la autonomía.

En esta Andalucía de la Segunda Restauración, que no Modernización, está produciéndose un vaciado del sector público para que lo manejen y lo controlen los cargos nombrados a dedo que no se someten a los controles de la Administración… ni sufren los recortes de sueldo del zapaterazo. El desembarco de San Telmo movilizará a tantas tropas como el de Normandía. Cuando el búnker de la Junta ya no les sirva para manejar Andalucía a su antojo, el comité central del Partido del Régimen Institucional, alias PRI, se dispondrá a depositar esos recursos donde puedan controlarlo tras perder unas elecciones. Este proceso conlleva la supresión de derechos para los funcionarios de oposición, y por eso ha saltado la liebre.

La historia siempre nos sorprende. Cuando creíamos que el cambio en Andalucía llegaría de la mano de los sectores más dinámicos, de la empresa privada y de los profesionales liberales, resulta que son los funcionarios quienes se echan a la calle para protestar en unas manifestaciones que hasta hace unos meses eran impensables. Ayer no tuvieron ni siquiera que salir del edificio donde trabajan. En la misma Torretriana se dejaron ver y escuchar. Aparcaron los miedos al qué dirán que tanto daño le han hecho a esta Andalucía que no consigue sacudirse los fantasmas del caciquismo. Y protestaron como en los viejos tiempos mientras el sindicalismo oficialista y amarillento firmaba una de las páginas más tristes de su reciente historia.

Alguna vez tendrán que explicar estos sindicalistas pegados al poder, junto a sus colegas de la CEA, dónde han ido a parar los 126.000 millones de euros con que los andaluces hemos financiado esa falsa paz social que en realidad ha sido una forma encubierta de mantener un clima propicio para el asentamiento de este Régimen que unos disfrutan y otros pagamos. Tanto dinero gastado en cursos organizados por ellos y para ellos… y el resultado es tan hiriente como revelador: han conseguido que Andalucía llegue al millón de parados.

Ya no vale aquella confrontación contra el Gobierno de Aznar que le permitió a Chaves atravesar un desierto de ocho años donde sólo se percibía el espejismo de la propaganda. Tampoco sirve el espantajo de la extrema derecha, pues son los propios funcionarios con carné del PSOE en algunos casos los que se han rebelado contra este golpea las instituciones. No cantaban el Cara al sol delante de ningún vestigio franquista, sino el Himno de Andalucía en Torretriana. Y algunos, con el puño en alto. Como en los viejos tiempos, cuando la autonomía era un sueño y no una forma de mantener al partido que maneja como si la Junta fuera suya. Algo se mueve en esta Andalucía donde la política había encallado en las rocosas mayorías absolutas que parecían irreversibles. La revuelta de los funcionarios puede pasarle factura a Griñán. De momento los funcionarios rebeldes ya están encargando unos delantales para la próxima manifa: «Estamos en la cocina y sabemos qué se está cocinando». Tanto buscar por fuera y resulta que los encargados de derribar al Régimen estaban dentro.

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