«¡Franco, Franco, Franco!» Ocuparon Torretriana como si aquello fuera el Valle de los Caídos. Banderas con el águila de San Juan, vulgo aguilucho. Camisas azules con el yugo y las flechas bordados en rojo ayer. Correajes relucientes. Y brazos en alto. «¡Franco, Franco, Franco!» Los funcionarios de la Junta de Andalucía son una partida de franquistas, como han denunciado el dúo Sacapuntas —sería más correcto decir Sacacursillos— del sindicalismo andaluz: Pastrana y Carbonero, S.L.
Estos funcionarios son franquistas en origen. Se empeñaron en entrar en la Administración por el muy clasista y elitista método de la oposición. En vez de dedicarse a impartir cursillos a la remanguillé, de esos que la Junta les paga a los comisionistas obreros o a sus camaradas ugetistas que comparten el mismo carné del partido con los sociatas, estos funcionarios franquistas se dedicaron a hincar los codos. A estudiar. Y eso es franquismo puro. ¿O no? Lo progre es entrar por la red eléctrica que ha montado este Régimen para perpetuarse en el poder. Algo para lo que contaron, como ellos mismos reconocen, con el silencio cómplice y miedoso de esos funcionarios a los que ahora llaman franquistas.
Hay que tomarse este asunto con unas gotas de esa medicina tan gaditana que se llama mamoneo. Porque es increíble que los jerarcas de los sindicatos verticales que viven de la ubre del Régimen tilden de franquistas a los que tienen lo que hay que tener para enfrentarse con este poder que maneja listas negras, que manipula los medios de comunicación hasta el límite de la censura, que clasifica a los andaluces en buenos y malos, y que en su afán por eternizarse está consiguiendo que el Valle de los Caídos de antaño tenga su correlato en esta Torretriana de los Enchufes que podría denominarse el Valle de los Aguayos.
Si los funcionarios rebeldes cantan el Himno de Andalucía, Pastrana y Carbonero, S.L. escuchan el Cara al Sol. Cuando son ellos, precisamente ellos, los que no levantan el brazo pero ponen la mano mientras entonan el Cara al PSOE, ese himno del Régimen cuya letra está escrita en las subvenciones del BOJA que se han repartido sindicatos y empresarios al más puro estilo del franquismo vertical y que han servido para que Andalucía cuente con un millón de parados después de habernos gastado 126.000 millones de euros en los acuerdos de concertación.
«¡Franco, Franco, Franco!» Pañuelos blancos al aire. Voces rígidas como los brazos que se alzan ante los sufridos sindicalistas que defienden a los pobres enchufados, a los que entraron en la Junta gracias a la recomendación y al parentesco, a los que no son tan elitistas como los que aprobaron unas oposiciones. El mundo al revés. Y en medio de la vorágine, el grito de Pastrana y Carbonero, S.L. Cuadrados ante Griñán. La mano extendida: «José Antonio, ¡presente!» Y a repetir como papagayos lo que dice doña Aguayo.
