Hazte premium Hazte premium

NO DO

¿QUIÉN MANDA EN SEVILLA?

FRANCISCO ROBLES

L alcalde se despide más que Antoñete. A Chiquito de la Calzada le ocurre lo mismo cuando va a Japón y le da la mano tres veces al mismo señor para despedirse. No hay día en que nos libremos de una entrevista a A. Sánchez, como apareció en la lista de Reyes Magos del Cerro del Águila donde encarnó al inevitable Melchor. Hasta para ser rey mago en un barrio tiene que esconderse. El adjetivo patético se queda como el presupuesto de la Delegación de Cultura: más corto que las mangas de una camiseta de tirantas.

En una de esas entrevistas, confeccionada a medida, surge la inevitable pregunta que la progresía rancia se hace a cada momento para justificar los deslices -o los delitos directamente- de los suyos: ¿quién manda en Sevilla, el Ayuntamiento o el Consejo de Cofradías? Lo malo de la progresía es que desprecia lo que ignora, y viceversa. Esa pregunta no tiene ton ni son. Entre otras razones, porque el presidente del Consejo de Cofradías no manda ni en su equipo. Todo es tan absurdo que causa risa. La amarga carcajada de Quevedo si nos ponemos en plan barroco. Porque todo el mundo sabe que el culpable del retraso de las setas venenosas de la Encarnación es Adolfo Arenas, que además es el responsable de que su precio se haya puesto como el ego del alcalde en su despedida: por las nubes.

El truco está tan visto que causa pudor descubrirlo. Se trata de echarle la culpa de todos los retrasos, de todas las carencias y de todas las mangancias a la Sevilla rancia. El alcalde tiene dos colaboradores en la cárcel por mor de una conspiración llevada a cabo en las casas de hermandad donde una secta de encapuchados se dedica a reventar el progreso de la ciudad de las personas. En Mangasevilla, antes el Merca, se lo han llevado calentito, cocido y a la plancha los técnicos que engañaron a Alfredito Buenagente… que fue quien los nombró personalmente. Pero el pecado lo cometieron esos consejeros de Gloria que pronuncian esa misma palabra en los cenáculos marisqueros que celebran en la hermandad de Bruselas cuando le piden al camarero que les pongan gloria bendita.

En Sevilla no hay red de metro porque los cofrades más rancios lo impiden con su veto. El paro llega a unas cifras alarmantes porque los capataces de los pasos, en complot con aguaores y contraguías, boicotean las políticas de empleo que sólo llegan a los familiares de los miembros del partido que le echan una mano -o las dos- al pobre alcalde y se ofrecen para ocupar esos puestos. Tussam está en la ruina porque los nazarenos se empeñan en no quitarse el capirote cuando cogen un autobús y eso provoca unos retrasos que dan al traste con la política de la empresa. Alfredito Buenagente ha sufrido la conspiración rancio-capirotera pero ha conseguido vencerla después de haber dado un pregón de Semana Santa en un colegio de curas. Lástima que no le preguntaran si lo obligaron a escribirlo en ripio o en prosa.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación