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Natalie Portman «He aprendido lo duro que puedo trabajar»

F. W. WAINTAL

Habiendo ganado el Globo de Oro y el premio del Sindicato de Actores, Natalie Portman ya había sido señalada como la gran favorita al Oscar como mejor actriz. Pero cuando Jeff Bridges abrió el dorado sobre sellado, estalló la emoción en el Teatro Kodak. Y ahí mismo estuvimos, hablando sobre el éxito personal, y de un embarazo que llega como el mejor regalo y la hace vivir increíbles paralelismos entre la realidad y la ficción de la película «Cisne negro».

—¿Por qué cree que ha gustado tanto su interpretación?

—Supongo que la gente se emociona con la pasión con la que mi personaje vive su trabajo de bailarina. Y también creo que a los espectadores les gusta ver cómo alguien crece, cómo pasa de ser una jovencita que hace lo que le dicen hasta llegar al placer de realizar sus propios deseos.

—¿Cómo recuerda el rodaje?

—Apenas dormía cinco horas. Había demasiado entrenamiento. Terminaba tan cansada que literalmente caía en la cama, solo me levantaba para volver al estudio. Creo que ese ritmo también que me ayudó a mantener la concentración.

—¿El Oscar puede cambiar el futuro? ¿Ha pensado en la presión de elegir su próxima película?

—Bueno, por ahora, estoy embarazada, y esa es mi próxima y más inmediata «presión» (risas).

—¿El bebé no dio pataditas cuando dijeron su nombre?

—No me acuerdo muy bien, pero lo que sí sé es que el niño estuvo pateando durante la parte musical de la ceremonia. Por lo visto, tengo un pequeño bailarín en mi vientre.

—¿Profesionalmente, como ha sido su relación con Benjamin Millepied, su actual pareja y coreógrafo de la película?

—Para resultar creíble como bailarina, tenía que confiar plenamente en Benjamin. La credibilidad era imprescindible y Benjamin fue la clave absoluta de esta credibilidad.

—¿La maternidad puede llegar a cambiar el estilo de los personajes que vaya a hacer a partir de ahora?

—No tengo la menor idea. Lo mejor de estar embarazada es aceptar todo lo desconocido. Es un completo misterio y un milagro.

—Es evidente que casi no ha engordado con el embarazo ¿Hay alguna receta secreta?

—Nadaba todos los días, y a la vista está que los resultados han sido maravillosos.

—¿La mejor lección que le ha dado la película?

—Creo que aprendí lo duro que puedo llegar a trabajar. Aprendí que puedo tener una gran disciplina, lo que me ha posibilitado hacer mi papel de bailarina con todo el rigor y el respeto que la danza me merece. Sin duda, el ballet es un estilo de vida.

—¿Y cómo consiguió la perfección de las escenas de bailarina?

—Estudié ballet hasta los 12 años, hasta que empecé como actriz. Pero volví a ensayar y entrenar para esta película, a los 27 años.

—¿Y sus próximos sueños?

—A corto plazo, quedarme en la cama, sin maquillarme ni peinarme, relajamiento total. Y para mi bebé solo quiero que sea feliz y saludable, lo que desea cualquier madre.

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