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Mareas de Superluna

La mar nos hará como un lírico estristís y, picarona, nos dejará ver los encantos que siempre nos oculta

Día 18/03/2011 - 00.52h

Como otros están haciendo un máster en Energía Atómica para oponerse a las centrales nucleares, que son todas de derechas, yo he seguido un breve cursillo en Astronomía por la muy gaditana Universidad de la Caleta. De ahí que hace un mes proclamara que estábamos a dos lunas llenas de la Semana Santa. Mañana estaremos ya sólo a una luna. Pero qué luna. Y qué mar. Como aquella canción italiana de Fred Buscaglione: «Guarda che luna, guarda che mare». Esta última luna llena del invierno presenta este año una intrigante particularidad, que los americanos llaman Supermoon: la Super Luna. Mañana sábado se producirá el perigeo de la Luna: el momento de su órbita en que estará más cerca de la Tierra. Esto ocurre muchas menos veces que el Santo Entierro Grande, que decía la tradición que salía de siete en siete años. No había esta Luna grande y cercana desde marzo de 1983. Pero no crean que la Luna va a estar tan cerca que rozará el larguero de la Giralda. Cuando los astrónomos hablan del punto más cercano a nuestro planeta se refieren los gachós a «sólo» 300.000 kilómetros. Tranquis, que la Luna no va a chocar con la Tierra: pasará un poquito más allá de Las Pajanosas.

Pero aparte de la lírica luz de plata que la luna pondrá mañana sobre la impaciencia de las vísperas del gozo, inundando la Tierra con su oronda luz de bolero, hay otro aspecto que no sé cómo no han comentado los apocalípticos del tsunami del Japón. Como los movimientos de la mar se rigen por las lunas, esta gran luna producirá grandes mareas. Desacostumbradas mareas. Mareas de un coeficiente desusado de alto. En la Universidad de la Caleta tenemos como libro de texto el Almanaque del Obispado, y sabemos que una marea de coeficiente 90 o coeficiente 92 ya es puntera: niño, prepara la carná. Pero la Superluna producirá Supermareas en todo el litoral andaluz, del Estrecho a Ayamonte. Habrá en todas nuestras playas unas mareas de coeficiente 117. Sí, señores pescadores y señores navegantes: de coeficiente 117 he dicho. Quiero decir que en la marea llena el agua llegará hasta los mismísimos paseos marítimos de nuestras playas, y que la marea vacía dejará al descubierto bajos y piedras ostioneras nunca vistos, de una belleza insólita. Una maravilla poética. Más que pensar en terrores del milenio con estas grandes mareas, mucho mayores que las anuales de Santiago, yo pienso ahora en «El Contemplado», el mar de Pedro Salinas: «De mirarte tanto y tanto,/del horizonte a la arena,/despacio,/del caracol al celaje,/brillo a brillo, pasmo a pasmo...» La mar, mujer al fin y al cabo, nos hará como un lírico estristís y, picarona, nos dejará ver los encantos que siempre nos oculta. Yo pienso en Cádiz, donde en la pleamar el agua llegará hasta la Puerta de la Caleta y en la bajamar veremos piedras que no cantó Enrique Villegas, hasta los cimientos de las murallas de Santa Catalina, podremos rodear a pie el Castillo de San Sebastián. Y pienso en Matalascañas, donde la Piedra de la derrumbada torre almenara quedará a 200, quizá a 300 metros de la orilla con marea vacía.

Apunten la hora en que este prodigio ocurrirá en Cádiz y, corregido a Poniente o a Levante, sabrán a qué hora aproximada ocurrirá en Punta Umbría o en La Antilla, en La Barrosa o en Tarifa, en ese trozo querido de su mar andaluza del verano. Bajamares: 8,45 del sábado 19 y 9,30 del domingo 20. Pleamares: 15 horas del sábado 19 y 15,45 del domingo 20. A esas horas se producirá este mágico, pacífico, lírico tsunami de la poesía. La mar, como una novia, se pondrá en la pleamar sus más altas y blancas espumas. Y luego, en la noche de bodas de la bajamar, se quedará desnuda ante sus amantes.

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