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Daniel Domscheit-Berg «Assange decidió ser una estrella del pop, y ahí empezó a desmoronarse todo»

ENTREVISTA

BÁRBARA YUSTE

Daniel Domscheit-Berg fue durante dos años y medio el número dos de WikiLeaks bajo el seudónimo de Daniel Schmitt. Junto a Julian Assange, este joven informático alemán ha saboreado las mieles de la popularidad y el reconocimiento de la opinión pública mundial. Su carrera en esta organización, durante la que trabó una estrecha amistad con el australiano, llegó a su punto final hace unos meses tras criticar el excesivo protagonismo de Assange y algunas de sus decisiones sobre el rumbo que debía tomar WikiLeaks. Su libro, «Inside WikiLeaks», es una suerte de venganza hacia el que era su más fiel confidente.

—¿Ha escrito un libro para desenmascarar a Julian Assange?

—Estuve casi tres años en WikiLeaks. Julian Assange y yo construimos esta organización a finales de 2007. Como durante gran parte de ese tiempo estuvimos solos, el libro también es la historia de Assange. En cualquier caso, el objetivo no es mostrar a Assange, sino un relato preciso de lo que sucedió en los primeros días de WikiLeaks y la ruptura a finales de 2010, desmontando los mitos y rumores que se han creado a su alrededor.

—¿Por qué se unió a WikiLeaks?

—Me uní a WikiLeaks en 2007 y me convertí en su portavoz en enero de 2008. Decidí ayudar a construir el proyecto según creía que era su objetivo original: informar al público proporcionándole el acceso a material relevante, pero oculto, algo muy importante ahora y aún más en el futuro. Muchas de las cosas que vemos y que nos preocupan hoy en día son la consecuencia de dos hechos básicos: primero, la complejidad que como ciudadanos tenemos a veces para entender el mundo y tomar decisiones sobre la base de la información recibida. Y segundo, que mucha de la información que nos sería muy útil para tomar esas decisiones se nos oculta. Vivimos en un mundo del secretismo y clasificación excesiva.

—¿Cómo vivió la sobredosis de publicidad junto a Julian Assange?

—No hubo tanta repercusión sobre la figura de Julian Assange antes de la filtración del vídeo Collateral Murder 2010 sobre la guerra de Irak. Estábamos centrados en la recepción de filtraciones e intentábamos ir a todas las conferencias que podíamos para promocionar WikiLeaks, crear conexiones con los medios de comunicación y las ONG. La mayor resonancia en torno a Assange se produjo a principios de 2010, cuando decidió convertirse en una estrella del pop. Ahí fue cuando básicamente todo empezó a desmoronarse.

—¿Cuándo comenzaron sus discrepancias con Assange?

—En diciembre de 2009 WikiLeaks tenía que dejar la web porque habíamos acabado con todo el dinero para pagar los servidores. Todos nuestros esfuerzos para recaudar fondos no tuvieron éxito y tuvimos que recurrir a dinero privado. Así que la primera vez que debíamos dejar internet pedimos donaciones con la explicación de que necesitábamos 600.000 dólares para que la web estuviera operativa y otros 400.000 para pagar a los miembros del equipo. Hasta ese punto y hasta que me marché ninguno de nosotros recibió sueldo alguno. Trabajamos de forma voluntaria. En cuestión de semanas o pocos meses, conseguimos una cantidad de dinero sustancial, así que en los días siguientes nos tuvimos que plantear una cuestión crucial: ¿qué dirección queríamos que tomara WikiLeaks? Esa fue la primera vez que diferimos sobre aspectos muy básicos del rumbo de la organización.

—¿Hubo alguna decisión en la que se negó a participar?

—Hubo unas cuantas ocasiones. Una vez publicamos la base de datos de gente que apoyaba a un senador de Estados Unidos con 5.000 entradas que contenían información sobre tarjetas de crédito con todo lujo de detalles, y tuvimos un gran debate. En otra ocasión, aún más grave, a Julian le importó poco la información que se dio sobre la población civil en las filtraciones sobre la guerra de Afganistán. Esto hizo que me planteara hacia dónde se dirigía en realidad este proyecto.

—¿Es Julian Assange tan egocéntrico y megalómano como le describe?

—Tengo la experiencia suficiente para haber llegado a la conclusión de que no quiero contribuir a la fama, sino a la transparencia informativa que la sociedad necesita.

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