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De Flores a Navalrosal

ROSARIO PÉREZ

Como si el agua no tuviese mañana, cayó la intemerata durante la primera faena de Esaú Fernández, quien al segundo muletazo sufrió una tremenda voltereta. A partir de ahí, el novillo de Los Chospes —que se presentó con un deslucido conjunto— sacó su lado más brusco y el espigado torero, que había saludado a portagayola, lo despidió con brevedad. Dio una tregua el aguacero, pero en el cuarto se desgajaron de nuevo las nubes. El de Camas intentó agradar y dejó una notable tanda diestra sobre el lienzo empapado que era el ruedo.

Un runrún de esperanza llegaba desde el otro lado del Atlántico sobre el debutante Sergio Flores. El mexicano gustó por su buen concepto y su perenne búsqueda del temple, todo envuelto en el valor, como exhibió en las manoletinas de soldado al segundo, áspero a izquierdas y aplomado al final. En los dos de su lote brotaron quites y muletazos prometedores de Flores, quien se ganó la ovación en el quinto. «¡Viva México!», se oyó.

Emilio Huertas despertó el entusiasmo con un vibrante recibo al tercero, que rompió a peor. Nefasta imagen la del lisiado sexto en banderillas. Asomó el pañuelo verde y hete ahí que el sobrero de Navalrosal fue el mejor: encastado ejemplar, al que un afanoso Huertas no le extrajo todos los frutos posibles con el terreno en mal estado. Dio una vuelta al ruedo y «Jardinero» se arrastró entre la lluvia de palmas.

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