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Buena Muerte

Día 02/04/2011 - 21.21h

De forma equivocada se piensa que Buena Muerte es aquella que cursa con placidez durante los últimos minutos o instantes de vida. No es así. Eso es una buena agonía, no una buena muerte. La muerte no es el final de la existencia natural sino el principio —esa es la fe— de la otra experiencia. Hasta llegar a ella imperan los procesos naturales y sobre ellos descansa el estar, el existir. Una vez aposentada ésta, es en lo sobrenatural donde se pisa todo el territorio.

No podemos decir que alguien murió mal por haber sufrido un proceso agónico doloroso, angustioso o agitado. Sería una necia inexactitud además de una barbaridad. Hay millones de enfermos que pueden llegar a retorcerse en sus camas antes de expirar -procesos de enfermedades terminales los hay de muchas y muy variadas características- y que sin embargo puede afirmarse de ellos que han muerto en paz. Es así porque enfrentaron la despedida con los deberes hechos. Y llegados al examen final, al trascendente, pasaron la prueba por derecho.

Esa es la Buena Muerte.

Dios-Hombre no se prepara una cama calentita rodeada por todas partes de cariño y confort. Sin embargo, encarna como nadie el más válido ejemplo. Es Él, por antonomasia, la Buena Muerte. No sufras si vistes padecer a alguien en la agonía; se estaba ganando el cielo, a pulso. Como buen trabajador hasta el fin, con uñas y dientes.

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