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Lo dejan en una resonancia magnética y lo rescata la Policía

Ocurrió en un centro médico de la isla de la Cartuja que cerraron con el paciente dentro

ABC

«Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho...»

Le habían dicho, antes de meterse en una máquina de resonancia magnética , que en su interior contara hasta cien y luego saldría . Pero llegado a número tan redondo, y dado que nadie se interesaba por él, un hombre que acudió anoche al Centro Médico de Diagnóstico por la Imagen (Cemedi), en la isla de la Cartuja, para someterse a esta intervención volvió a empezar a contar. «Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete...» Cien alcanzó otra vez y nadie acudió a por él. «Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis...» De nuevo, cien. Como si se tratara de un moderno Sísifo condenado a subir la piedra a lo alto de la colina y luego ver cómo rodaba hacia abajo, el paciente —en este caso ya impaciente— empezó otra vez a contar hasta cien. Así llegó hasta 2.500 . O sea, veinticinco veces «una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho...» Sorprendido, y en pleno desconcierto, puede que llegara a pensar incluso que se trataba de una broma con cámara oculta...

Pero no. Sucede que este centro médico cierra sus puertas a las diez de la noche y por un lamentable olvido se dejaron dentro al paciente en la dichosa máquina de resonancia magnética . Este hombre salió de ella y, visto que se encontraba solo en el interior del edificio, llamó por teléfono al número 112 de emergencias. Tras la llamada, en el lugar se personaron tanto agentes de la Policía Local como miembros del Cuerpo de Bomberos para proceder a la liberación de este atribulado paciente, que jamás hubiese pensado que iba a ser protagonista de una historia propia de película de Luis García Berlanga o quizás de Manolo Summers.

Gracias a la intervención de los agentes de Policía y de los bomberos, el paciente fue rescatado y, según fuentes del Cecop, el hombre abandonó el edificio del centro médico por una puerta antipánico, si bien otras versiones apuntaron a ABC que fue preciso romper una puerta de emergencia existente en la parte trasera del inmueble.

ABC trató de conocer la versión de Cemedi , pero en el contestador automático de su número de teléfono informaba que cierra sus puertas a las diez de la noche. A esa hora no sabemos cuántas veces había contado ya el incrédulo paciente hasta cien, pero él seguía «...cincuenta y uno, cincuenta y dos, cincuenta y tres...»

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