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Columnas / tribuna abierta

Con el medicamento no se puede hacer demagogia

Día 14/05/2011 - 20.33h

El pasado 9 de mayo, y ante el ultimátum dado por el Servicio Andaluz de Salud, las asambleas de los ocho colegios de farmacéuticos andaluces votaban la propuesta elaborada por el SAS para la modificación de las condiciones de la prestación farmacéutica en Andalucía. La respuesta mayoritaria salida de esas asambleas fue no aceptar esa propuesta, ni por sus contenidos, lesivos para los intereses de los usuarios andaluces y jurídicamente controvertidos, ni por la forma en que se estaba tratando imponer, con una fecha límite para que aceptáramos el documento en su integridad.

Frente a esa negativa, la reacción de la Consejería ha sido la que ya de manera informal nos anunciaron sus interlocutores. En lenguaje coloquial, que nos atuviésemos a las consecuencias. Y en efecto empezamos a enterarnos muy pronto con un comunicado que no decía la verdad, contenía amenazas más o menos veladas y cargado de demagogia.

Así, era falso que hubiera un pacto ya acordado con el Consejo Andaluz y menos un nuevo convenio de prestación farmacéutica. Es cierto que llevábamos diez meses negociando un documento de intenciones, pero desde el minuto uno se le hizo ver a la Consejería que cualquier acuerdo, incluso de intenciones, tenía que contar con el apoyo del Comité Ejecutivo y, sobre todo, de las asambleas de los Colegios, es decir, de los farmacéuticos andaluces. Igualmente, amenaza era el anuncio de la Consejería de llevar a cabo las medidas recogidas en su propuesta creando nuevos marcos normativos, es decir, por imposición y sin el consenso de los farmacéuticos. Y demagogia, verdaderamente desbordada, era esa alusión a que uno de cada cuatro euros que se emplean en salud en Andalucía están destinados a sufragar los medicamentos que se dispensan en la farmacia, en contraposición al «compromiso de otros colectivos con la actual situación, tal es el caso de los profesionales sanitarios, que han visto reducido su salario, o las empresas proveedoras que están ajustándose a los nuevos modelos de compra de las plataformas logísticas». Como si la farmacia fuera responsable del incremento de la demanda como consecuencia del crecimiento demográfico y el envejecimiento de la población. Como si nuestro sector no fuera, de lejos, el que más ha sufrido los ajustes presupuestarios públicos, no ya en la última crisis sino desde hace más de una década.

La Consejería parece querer ignorar que los últimos recortes del Gobierno central en 2010 ya han supuesto para las farmacias andaluzas un descenso de la facturación del 17%. Y parece haber olvidado del mismo modo los esfuerzos enormes que ha realizado específicamente la farmacia andaluza en los últimos años, colaborando activamente con la administración autonómica en políticas para recortar el gasto y mejorar la prestación farmacéutica, que entre otros resultados han tenido como fruto que el gasto medio por receta en Andalucía sea el más bajo de toda España. También obvia y desprecia la misma contribución al empleo que realiza este sector en Andalucía, que da trabajo de forma directa e indirecta en nuestra Comunidad a más de 20.000 personas, siendo además un empleo de calidad y mayoritariamente femenino. Con los dedos de la mano se cuentan los sectores que hacen una aportación económica y social tan destacada. Y sin haber recibido nunca un euro de ayudas, ni siquiera para la implantación, hasta en la farmacia del pueblo más pequeño de cada provincia andaluza, de la tan alabada internacionalmente receta electrónica, sufragada íntegramente por las farmacias. Otros sectores, mucho más mediáticos y apoyados políticamente, que reciben ingentes dineros en incentivos, no llegan ni a la mitad de empleos que nuestro sector, aunque eso sí, dan mucho juego para inauguraciones y fotos oficiales.

Y ahora, en lugar de afanarse en buscar vías de consenso para construir un verdadero escenario de estabilidad para el sector, a lo que se está dedicando la Consejería es a enseñarnos sus armas después del primer «así, no» tras más de quince años de colaboración leal. Amén del referido comunicado, recientemente acaba de llegarnos un nuevo aviso verdaderamente peregrino que seguramente pretende albergar la intención de ponernos nerviosos, pero que en realidad debería poner nervioso a quienes lo han pergeñado. Porque si en efecto se están produciendo problemas de adherencia con los medicamentos que deban limitar la capacidad de elección del farmacéutico cuando el médico prescribe por principio activo, como sostiene el SAS, la obligación de la administración sanitaria andaluza hubiera sido denunciar esos problemas en su momento, y no precisamente ahora, después de que los farmacéuticos hayamos rechazado su propuesta. Es más, en no pocos casos, lo que hemos hecho los farmacéuticos para evitar precisamente esos problemas de adherencia en pacientes polimedicados y personas mayores, cuyo seguimiento de los tratamientos se ha visto perjudicado por el continuo cambio de envases y presentaciones, es precisamente mantenerles el mismo medicamento, aunque fuese de precio más alto, asumiendo la farmacia la diferencia de importe.

Los farmacéuticos no vamos a ceder ante amenazas ni conatos de represalias por parte de la Administración andaluza, aunque obviamente la situación no nos gusta y lo que preferiríamos es que se recondujera. Por ello, invitamos a los representantes de la Administración a que se sienten de nuevo a negociar, sin prisas innecesarias y sin propuestas de «todo o nada», y con la convicción de que cualquier situación de desencuentro e inestabilidad será peor para todos, para ellos, para nosotros y desde luego para los ciudadanos. Desde el Consejo Andaluz trabajaremos para intentar retomar las negociaciones y, si esa vía no es posible, defenderemos nuestra profesión y nuestro modelo de farmacia con toda la contundencia necesaria.

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