Las salas de conciertos, bajo una encrucijada
Los efectos de la crisis de los últimos años y el nulo apoyo de las instituciones públicas hacen peligrar el porvenir de la música en directo en Sevilla. Los promotores tienen esperanzas en la nueva corporación municipal
Las salas de conciertos sevillanas no atraviesan su mejor momento, pese a que en el pasado mes se haya inaugurado la Sala Custom, un nuevo espacio en la ciudad habilitado para acoger conciertos para hasta 1.000 espectadores. Las nulas subvenciones municipales y los efectos colaterales de la crisis han hecho que se viva en estos momentos una precariedad que ponen en peligro la industria de la música en directo en Sevilla.
En enero de 2007, la Delegación municipal de Cultura, a través del Instituto de la Cultura y las Artes Escénicas de Sevilla (ICAS), puso en marcha el Plan Director de Espacios Culturales de Gestión Privada. Se trataba de una iniciativa de cuatro años que debía prorrogarse en 2011, algo que no se hizo por la crisis. Dicho proyecto distribuyó más de un millón de euros anuales a propuestas culturales privadas, como los teatros, galerías de arte o salas de conciertos, existiendo en principio un plan para crear una red con dichas salas, algo que al final no se cumplió.
Carlos Espinosa es director de la promotora Riff Producciones, que se ha encargado de remodelar la antigua Sala Q para transformarla en la Sala Custom. «Desde nuestra visión como promotores y dueños de una sala en Sevilla, es verdad que la crisis afecta a la parte del ocio. Es muy complicado tener una programación estable en una espacio si contamos sólo con la aportación del cliente que va a la sala». A esto añade que «la música en directo es la parte más fea de la industria cultural, ya que los ayuntamientos no suelen apoyar estos circuitos».
En todo caso, la Sala Custom tiene previsto hacer unos 100 conciertos por temporada. «Si tenemos una media de 500 personas, sacaríamos unos 500.000 espectadores».
También admite este promotor que el Ayuntamiento, «aunque no subvencione, no debe programar conciertos gratuitos porque es una competencia desleal y la música vale dinero. Si la gente va gratis, se acostumbrará a no pagar por un concierto».
Asimismo, lamenta que Sevilla no haya entrado este año dentro de los grandes circuitos de artistas de la talla de Shakira, Coldplay o Maná. Estos últimos «han preferido Málaga, porque allí el Ayuntamiento le ha dado más facilidades», indica Espinosa, quien además recuerda que grandes conciertos de rock, como el que ofrecieron U2 el año pasado, aportan numerosos ingresos económicos para distintos sectores de la ciudad, como el hotelero, la restauración, los transportes públicos, etc. «El Ayuntamiento debería dejarse asesorar por las personas que estamos en la industria de la música. No tiene ningún sentido hacer las cosas sin planificarlas, como cuando nos pidieron organizar un concierto para el día de San Fernando con una semana de antelación».
Y es que, según este promotor, «Sevilla puede competir y ser la alternativa a Madrid o Barcelona. Hay que sentar en una mesa a las partes que confluyen en la industria de la música en directo y que haya comunicación».
Por su parte, el dueño de la Sala Malandar, Julio Moreno, ha tenido que ver cómo la crisis y las escasas ayudas municipales han hecho que los espacios dedicados a la música en Sevilla vivan un momento muy delicado. Éste lleva al frente de la sala desde octubre de 2005 y confiesa que «hoy no se puede vivir de los conciertos, sino de las copas que vendemos a los espectadores». Asimismo, Moreno destaca que «la antigua corporación municipal no tenía ningún interés por la música ya que, si bien se han beneficiados a otras iniciativas como el teatro, las salas de conciertos apenas hemos podido subsistir en estos años». De ahí que tenga esperanzas en lo que pueda aportar la nueva corporación municipal.
Además, el dueño de Malandar es consciente de lo férrea que es la legislación para las salas, no sólo ya en la zona del Centro de Sevilla, sino en los polígonos: «Nosotros no hemos tenido problemas con los vecinos en todos estos años. Siempre cumplimos con los horarios y nos hemos preocupado por la insonorización de la sala, de modo que hemos mantenido un nivel de sonido apropiado, ni muy alto ni muy bajo». Asimismo, añade que «me consta que las otras salas están muy preocupadas con el entorno». Esto afecta no sólo a Malandar, sino a Fun Club, la Sala Obbio y la Sala Museo, entre otras.
En otro sentido, la Sala Malandar se ha presentado, además, a los premios UFI, en donde se elige la mejor sala de España. «Somos finalistas y nos hemos situado entre la cinco mejores de esos galardones a nivel nacional porque estamos muy bien considerados», reconoce Julio Moreno.
La música no es rentable
Por su parte, Juan Manuel Martín, antiguo dueño de la Sala Q y actual promotor musical de la empresa Sur Live, reconoce que «la música no es rentable, salvo que tengas ayudas». «Con la excepción de unos conciertos muy concretos, de 100 recitales te van bien 20». A esto añade que «en Sevilla hay una demanda tremenda de grupos pequeños que tienen afluencia de 100 ó 150 personas que no cubren los gastos. Un concierto tiene gastos de equipos de sonido, publicidad, etc. Los conciertos rentables son los que tienen más de 300 personas de aforo. Las bandas que están empezando en Sevilla —que son muchas— no son rentables».
También señala que «hemos tenidos apoyos muy rígidos por parte del Ayuntamiento y aún estamos esperando la resolución de las ayudas del año 2009, que están aceptadas, pero que aún no han llegado». «Igual que se tiene que apoyar a las salas, se debe proteger a los promotores», admite Martín, quien ahora actúa de promotor sin sala. «Tienes que asumir unos riesgos. Debe haber ayudas para las personas que buscan los conciertos, independientemente de las salas. El problema es que no hay dinero para anticipar a los artistas».
Este promotor traerá en septiembre al grupo Mr.Big a la Sala Custom. Además, intentará mover otros conciertos.
ANDRÉS GONZÁLEZ-BARBA
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