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Los que se llevan el manso

«Es una pena, penita, pena que estos mansos no se hayan dedicado a denunciar, con nombres y apellidos, a los que se han llevado el ídem»

Día 21/06/2011 - 23.36h

Decíamos ayer, que en realidad era la semana pasada, que el movimiento que había surgido precisamente en vísperas de las elecciones autonómicas y municipales había echado por delante al manso Indignado. ¿El motivo de semejante técnica de encierro callejero? Muy sencillo: para que el manso corneara a diestro, con afán siniestro, a quienes no se plegaran a los dictados de unos eslóganes tan infantiloides que llegan a ser preocupantes. Con llevar chaqueta y corbata era suficiente para pertenecer al otro grupo: los insultados. Como se ha visto y se ha comprobado que semejante actitud ha provocado el rechazo del personal, los profesionales de esta indignación teledirigida han vuelto a colocarse la máscara del pacifismo de conveniencia. Mansedumbre total: he aquí la consigna.

Es una pena, penita, pena que estos mansos no se hayan dedicado a denunciar, con nombres y apellidos, a los que se han llevado el ídem. Porque llevarse el manso es una expresión que designa con precisión léxica y picaresca el método que han empleado los nuevos señoritos de esta ciudad que se convirtió, con el silencio cómplice de la indignada progresía de cartón piedra, en capital de la Andalucía del ERE que ERE.

¿Por qué no van directamente contra los que se han llevado el manso con las setas que les sirvieron de refugio a su pitufa revolución de juguete? ¿Por qué no acamparon en la explanada de San Telmo para señalar con el dedo acusador a los que se han llevado el manso del ERE trucado, a los que han dado un golpe institucional con la multiplicación de las empresas públicas? ¿Acaso no leen los periódicos? ¿No se han enterado todavía de que la Junta es una inmensa agencia de colocación para los afines que no tienen fin?

Se han llevado el manso de un Ayuntamiento que han dejado con los cajones llenos de telarañas mientras los responsables de esta ruina se aseguraban el sustento en la tela de araña del Régimen clientelar. ¿A nadie se le ha ocurrido una manifa o una sentada ante la sede de esa Diputación que es un cementerio de elefantes? O en las mismas puertas de esa Consejería de Empleo que sirve para colocar, a través del muy rancio método del enchufe, a los hijos de los nuevos señoritos mientras los jóvenes sobradamente preparados se indignan contra la conspiración bancaria internacional. ¿Te quiyá?

Motivos sobran para la indignación. Lo que falta es el valor suficiente para señalar, con nombres y apellidos, a los culpables de la ruina que ha convertido en Itálica prematura a la ciudad donde unos cuantos se llevaron el manso durante una docena de años. Ahora, cuando se palpan unos vientos de cambio político que pueden convertirse en tsunami, se indignan los mansos que siempre defendieron a los que se llevaban el manso. Elemental, querido indignado.

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