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rosalía GÓMEZ, directora de la bienal de flamenco

«La Bienal no puede ser una oficina de empleo»

Es la primera mujer al frente del gran festival sevillano en sus tres décadas de vida. Y asume el reto de darle un giro.

«La Bienal no puede ser una oficina de empleo» JUAN FLORES

ALBERTO García REYES

-Antes de entrar en materia, enhorabuena por su nombramiento y le acompaño en el sentimiento.

—Se lo agradezco muchísimo. Podría decirle que hay mucha gente que podría estar aquí con más motivo, pero estoy ilusionada con este trabajo.

—Recibe una Bienal hipotecada por un título, «De cuerpo y alma», y una fecha, del 7 de septiembre al 6 de octubre de 2012, ambas cosas decididas por el anterior director. ¿Lo respetará o hará cambios?

—Con menos de un año por delante no se pueden hacer muchas de las cosas que me gustaría hacer, pero voy a intentar darle otro cariz a algunas cosas. Cambiar..., es que hay muchos condicionantes que yo no conocía. Uuno fundamental ahora es la taquilla, de la que dependemos. Sí le digo que me gustaría hacer una Bienal de menos días, porque así se puede hacer un proyecto artístico más definido, así que las fechas podrían cambiar pero muy poco, porque no dependen de mí.

—¿Tiene ya su propio proyecto más o menos claro?

—Acabo de aterrizar, es más, no he aterrizado todavía. Le adelanto que la Bienal se muda al Convento de Santa Clara y no tengo todavía despacho. La gente está nerviosa porque llama y no la puedo recibir, pero eso será cuestión de días. Así que no he podido pensar en el proyecto porque estoy aterrizando y recogiendo datos. Yo soy una persona lenta que no toma decisiones a la ligera.

—Lo que sí está confirmado es que estará dedicada al baile, ¿no?

—Sí, estará dedicada a la danza y yo, no lo voy a negar, he estado ligada a la danza desde chica. Pero una Bienal de un mes, ni cualquier Bienal, puede olvidar el cante y la guitarra. Eso no se va a olvidar ni muchísimo menos.

—Se habló de que usted sería comisaria. Al final es directora artística. ¿Su proyecto es personalista?

—En la cabeza traigo muchas ambiciones, pero sé también que hay que adaptarse y sobre todo, una persona que llega sin experiencia en la gestión, como yo, no puede pegar cuarenta tiros al aire. Lo que está claro es que mi Bienal se va a centrar en los contenidos y en el proyecto artístico. Eso quiere decir que todos los festivales tienen tres patas grandes, el proyecto artístico, la ciudad y el turismo. Todo eso es importante y tiene que estar en la Bienal, pero no estamos todavía a la altura ni en el momento económico para hacer festivales de capricho. Las condiciones no son esas y no lo debemos hacer en este momento. No estamos para grandes celebraciones como sociedad ahora mismo. El ser humano no tiene mucho que celebrar y no están las cosas para despilfarros.

—¿Qué cree que es obligatorio cambiar para reflotar el festival?

—Hay un problema gordo, que sería entrar en algo que no podemos afrontar aquí ahora mismo, y es que todos los artistas quieren estar en la Bienal y la Bienal quiere quedar bien con la mayoría. Pero la Bienal no puede ser una oficina de Empleo. Yo sé que se pueden ofender muchos flamencos que están moviéndose y es justo que se muevan, pero una Bienal es un festival que se realiza cada dos años y no tiene por qué estar todo el mundo. Los compromisos pesan mucho y es muy duro aguantar presiones, pero ¿de qué le sirve a un artista hacer un espectáculo para un día cada dos años que nace y muere ahí? Es un despilfarro de dinero, porque ¿cuántos espectáculos salen redondos? La Bienal tiene que contribuir a elevar el nivel del flamenco, a darlo a conocer y a hacer que los artistas flamencos hagan temporada en todos los teatros del mundo.

—¿Es consciente de que ahora mismo el Ayuntamiento lo Gobierna el PP mientras que la Junta y el Estado es del PSOE? Se lo digo por la colaboración entre administraciones.

—A mí me gustaría mucho que esta fuera la Bienal de la colaboración entre artistas, instituciones, festivales... Pero tengo muchos hándicap, el primero el tiempo. Me gustaría poner a trabajar a coreógrafos... Poner piedrecitas para que el que venga detrás en otros años las desarrolle. Es muy pronto para saber si voy a tener dinero para hacer coproducciones. Hace 35 años, cuando llegó Pina Bausch a los escenarios, decía que es mucho más difícil colaborar que pelearse. La colaboración entre instituciones no depende de mí.

—Pero, ¿no cree que es fundamental que todos vayan a una?

—A mí me gustaría que la Bienal fuera como el festival de Salzburgo, que desde que pones el pie en esa ciudad están desde las instituciones privadas, los bancos, el Ayuntamiento, todos en el mismo barco. Eso se puede hacer con la Bienal porque tiene artistas, patrimonio y mucho más que los festivales europeos, porque este patrimonio es nuestro aunque sea ya de la humanidad. La cultura y el arte tienen que estar por encima de partidos políticos. Tiene que estar en las escuelas y en todos los ámbitos.

—Ha tocado un tema clave: el flamenco en los colegios.

—Me parece crucial. ¿Por qué se puede estudiar arpa y oboe y no se ha podido estudiar guitarra flamenca o baile flamenco? Ya no hay que pelear por darle dignidad al flamenco. Yo creo que ya tiene un buen sitio en el mundo. No hay país donde vayas donde no haya aficionados. Eso es una realidad que ya tenemos ganada. Ahora vamos a ganar la realidad interna, la de España, la de los conservatorios y colegios. No se ha apostado por la educación en este país en serio nunca.

—¿Qué opina de la rebelión de flamencos liderada por Pansequito?

—Me llegan discursos muy contradictorios porque en esa protesta hay voces muy distintas que reivindican muchas cosas juntas. No tengo muy clara cuál es la reivindicación principal. Si es que las instituciones públicas den trabajo, yo no creo que «papá Estado», sea del color que sea, tenga que dar trabajo a todos los artistas, pero sí tiene la obligación de dar contenido a la cultura. El discurso yo creo que es mucho más profundo y que tiene que haber más solidaridad entre los artistas. En el «sálvese quien pueda» que ha generado la crisis tendría que haber más solidaridad. Es verdad que habrá que recortar, pero la cultura tiene que existir porque es el alimento del alma, además de que puede ser rentable.

—Por cierto, a usted se le acusa de ser experta en baile, pero poco ilustrada en cante y toque.

—Pues a lo mejor es verdad. Si saber de flamenco es tener el conocimiento profundo de cante y de guitarra, pues a lo mejor no. Una persona no puede saber de todo, por eso tendré asesores.

—¿Mantendrá el consejo asesor?

—Creo que no ha sido demasiado operativo estos últimos años y no creo que haga falta un consejo asesor de once personas. Tendrá menos gente.

—Ser directora de la Bienal es comprometido. Tendrá usted que recibir a muchos flamencos y estar todo el día viendo espectáculos.

—Me comprometo a recibir a todos y a ir a todo el flamenco que pueda.

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