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Pedro Guerra: «En estos momentos, cuantos menos intermediaros, mejor»

Día 26/10/2011 - 13.08h
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El cantautor canario estrena en directo su disco «El mono espabilado», editado por su propia compañía

Pedro Guerra: «En estos momentos, cuantos menos intermediaros, mejor»
p.m.p
El músico Pedro Guerra se asoma a una nueva etapa en su carrera

Llegó el momento de la independencia. La crisis de la industria musical y la economía en general obliga a medidas imaginativas y diferentes de lo que hasta ahora era rutina. Así que, tras 16 años trabajando para una multinacional, Pedro Guerra edita su más reciente disco, «El mono espabilado», con su propia compañía. Es una nueva dosis de canción de autor rodeado de esos dulces sonidos tropicales que, con el tiempo, el autor tiende a hacer cada vez más austeros. El martes 25 de octubre lo presenta en directo en el Teatro Arteria Coliseum, y el 12 de noviembre en Barcelona, en el Teatro Coliseum.

-¿Cómo estás viviendo esta nueva etapa?

-Con un poco de agobio, pero bien. Contento. Un poco más estresado, porque de repente se asumen muchas más responsabilidades y funciones. Te desentendías de cosas que ahora ya no te puedes desentender; pero, contentos, porque pienso que es una decisión que tiene que ver más con los tiempos que corren. Ahora todo es pequeñito, y cuantos menos intermediarios mejor. Así que ilusionado, pero, en fin, con más trabajo.

-¿Cómo llegas a esa situación?

-Por lo que te decía, llegó el momento de hacer el disco nuevo y barajamos dos posibilidades, hacerlo solos o seguir con Sony, de la que no puedo decir nada malo, todo lo contrario. Trabajé muchos años en esa casa, y nunca tuve ningún problema, pero en este momento nos resultaba más conveniente esto, porque la fórmula con la compañía se agota, porque ellos lo que están dispuestos a hacer por nosotros no nos compensa, por eso hemos decidido seguir solos. Digamos que ha sido una separación relajada.

-¿Estábamos viviendo una ficción y ahora hay que ajustarse a la realidad, o es un reajuste y todo volverá a ser como antes?

-Como antes no va a volver a ser, porque algo inflada si que estaba la situación. Había algo de irreal. Creo que en este país, en el terreno de la música, no se ha apostado por fortalecer una industria que funcione en sí misma, sino que ha sido una industria muy dependiente del ayuntamiento que te compra un concierto. En la medida que eso ya no está, que los ayuntamientos ya no tienen dinero, ahora hay como una especie de iniciativa privada, entre comillas, que no está todavía desarrollada. Y sí, es posible que los cachés estuvieran engordados. Todo eso ha hecho que se afronte esta situación con más dificultad. Ya no existe un ayuntamiento que te compre un concierto, sino un ayuntamiento que te cede un local y tú te llevas la taquilla. Supongo que cuando mejore la economía, que en algún momento lo hará, todo mejorará, pero no sé si volveremos a las épocas gloriosas. Puede que esto sirva para que las cosas se sitúen en su justo lugar.

-¿Una cura de humildad para todos?

-Seguro que sí. Dicen que no hay mal que por bien no venga. Quizás esto sea una alerta: señores, hay que ajustarse”.

-En este álbum, ¿qué nuevas sonoridades ha incorporado?

-Este es un disco como el anterior, «Vidas», donde me centro más en el lado mío de trovador, compositor de canciones. He retomado el cuarteto: guitarra, piano acústico, bajo y batería. Luego eso lo enriquecemos con colores, como la guitarra portuguesa. Pero no es un álbum centrado en la innovación sonora, sino en ofrecer trece canciones nuevas, y me doy cuenta de que, con la edad, voy tendiendo a la austeridad. Cada vez mis discos son más limpios, que los elementos sean los precisos, nada más.

-Es cierto que en «El mono espabilado» se nota que tiene muy claro las historias que quiere contar.

-Sí. Yo parto de una idea. De algo que leo, por ejemplo. En el caso de la canción «Caperucita Roja», para hablar la pérdida de la inocencia, seguramente lo primero que hice fue escribir fue «¿Quién nos robó el candor?», que es el estribillo, y con partiendo de esta frase cojo la guitarra y desarrollo todo el texto. Puede ocurrir que cuando termino la canción esas primeras palabras ya no están, que se pierdan por el camino, pero lo primero es siempre una idea que se transforma en unos versos, y a partir de ahí en un trabajo conjunto de letra y música. El 99 por ciento de mis canciones han sido escritas así.

-¿Hay alguna línea temática en este disco?

-Todos los discos tienen algún tema que los motiva, aunque algunas no sigan esa línea. En «Vidas» era mi vida personal, el hogar y la familia, pero aquí el tema que más me ha interesado tiene que ver, de alguna forma, con la evolución del ser humano y su motor, que es el cerebro. Está la canción «El mono espabilado», que habla de este tema, o «La que camina», que habla de los primeros seres que fueron capaces de erguirse, caminar sobre dos patas, e iniciar una marcha lenta que los hizo pasar desde África al continente europeo, y de ahí irse extendiendo. Con esas dos canciones que están interconectadas, por ahí está el espíritu que impregna todo el disco, desde el título. Es porque mis lecturas en los últimos meses han estado muy centradas en la neurología y la evolución.

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