NO DO
El socialismo rancio
Este socialismo no tiene nada que ver con la ilusión que despertaban aquellos hombres G (González, Guerra y Griñán) en los años de la Transición
El tiempo pasa para todos aunque nadie quiera aceptarlo así. El tiempo, ese gran escultor que erosiona los perfiles de las estatuas de mármol según Marguerite Yourcenar, nos ha traído como una marea a los supervivientes del socialismo hispalense. Felipe y Alfonso han resucitado al cabo de los años. No son capillitas pero dieron el mitin en un velódromo nazareno. En Dos Hermanas. En el feudo de Toscano, el alcalde que más ha hecho por la familia… propia, se entiende. Felipe y Alfonso junto al ausente Pepe, antes José Antonio, presente. Los tres apellidos empiezan por la misma letra impagada. González, Guerra y Griñán son Los hombres G. El público perdió la ocasión de cantarles el éxito de aquel grupo que enamoraba a las quinceañeras: «Sufre, mamón…» Un estribillo muy apropiado para las encuestas que no cesan.
Este socialismo no tiene nada que ver con la ilusión juvenil que despertaban aquellos hombres G en los años de la Transición. Felipe tiene un colmillo muy rancio, muy neobarroco, muy retorcido. Voluta que destila rencor cuando sus turiferarios no lo inciensan convenientemente. Y Guerra sigue actuando como un buen sevillano de toda la vida. Puro teatro. Dice una cosa y hace la contraria. Critica los estatutos de autonomía y luego los aprueba. Y para rematar la faena, el rumor sobre la juez Alaya o la puñalada trapera al PP con la sospecha de su oposición al proceso de paz. Habría que recordarle al cinéfilo de la calle Rastro el título de la película que abrió el Festival de Cine Mudo —esto es guasa marca de la casa— de Sevilla: «Los muertos no se tocan, nene».
Si el blazier azul marino es rancio, ¿qué podemos decir del atrezzo mitinero que exhibieron Los hombres G? La chaqueta de pana sigue en el armario, pero el jersey de Felipe —en Sevilla se le llama chaleco— es pura apariencia, humildad fingida. Felipe no vive en el cinturón rojo de Madrid, sino en el barrio de Salamanca. Guerra, que no llevaba corbata en Dos Hermanas, habita en el silencio de los chalés de Santa Clara. Y Griñán, en Simón Verde. ¿O es que alguien piensa que las viejas glorias del socialismo rancio viven en Torreblanca y se compran la ropa en Turkey’s Pool, alias Charco de la Pava?
El mitin de Dos Hermanas fue un acto rancio tirando a vintage, un déjà vu , un pregón manido y revenido, una película que cansa después de treinta y tantos años en cartelera. Muy grave tiene que estar el PSOE para que llamen a Felipe y Alfonso. Ya no se trata de ganar las elecciones, sino de salvar los muebles. Pueden quedarse en la calle, desahuciados, sin lo único que tienen: el poder. ¿Qué son estos supervivientes de sí mismos sin las poltronas que ocupan o han ocupado? Son como esos tipos que llevan décadas medrando en las cofradías porque necesitan vestir el cargo mientras otros sacan adelante, con su esfuerzo callado, a la hermandad. Pura fachada. Socialismo rancio tirando a vintage. ¿Pana o jersey? Buena pregunta…
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