Teatro La Cuadra: «Cumplimos 40 años y veremos a ver si aguantamos»
Salvador Távora reflexiona sobre las cuatro décadas al frente de su compañía
Salvador Távora sigue viviendo en el Cerro, aquel donde anidaban las águilas, y desde su barrio ha hecho su teatro y ha irradiado su forma de entender Andalucía por todo el mundo. De eso han pasado ya cuarenta años. «Parece que fue ayer, no es mentira. Es que han pasado como un suspiro», afirma Távora, sentado en una de las naves que le sirven de despacho y almacén situada frente al teatro que hoy lleva su nombre.
En febrero de 2012 ha cumplido 40 años al frente de su compañía La Cuadra, y tras él, 17 obras teatrales con más de 4.000 funciones; tres obras realizadas para la Feria del Toro, y cuatro colaboraciones puntuales. «Somos la compañía teatral más longeva de España y creo que la que más funciones ha hecho, al menos privada», señala Salvador Távora.
Este torero y cantaor, dejó los ruedos cuando en 1962 un toro mató a Salvador Guardiola. Al toro lo mató Távora. Está en el libro de honor de la Real Maestranza y es la única persona que ha actuado de dos maneras en el coso hispalense: como torero y como dramaturgo.
Todo empezó un 15 de febrero de 1972, en el Pequeño Teatro Magallanes de Madrid, cuando un grupo de sevillanos pusieron en escena la obra titulada «Quejío». «Lo que poca gente sabe es que meses antes la censura nos había prohibido una obra que se titulaba “Andalucía, respuesta total”. Nunca se llegó a hacer. Después la censura no nos volvió a tocar porque hicimos “Quejío” como espectáculo de cante y baile flamenco», recuerda Távora en las épocas en que los teatreros hacían equilibrios con la censura.
Para Salvador Távora, aún falta escribir la historia de aquellos grupos que abrieron luz en los años grises, «grupos independientes frente a un teatro oficial que lo invadía todo y que no tenía contenidos. Frente a eso, los grupos independiente fuimos una luz en tiempos oscurísimos». En el caso de este matador-cantaor y actor, su llegada al teatro se produjo a la par, «no sé cuándo soy actor, torero o cantaor. No dije, voy a hacer una compañía de teatro, sino que surgió así». Se reunían en el antiguo local de Paco Lira, La Cuadra, y al final el lugar dio nombre a la compañía. «Allí en la Cuadra estaban los Smash, Silvio o Alfonso Guerra».
El compromiso
Su periplo comenzó en Madrid, «le compramos por 1.000 pesetas una furgoneta al grupo La Madre del Cordero, que nos servía de transporte de material, almacén, y hasta para dormir. Con ella viajamos hasta Belgrado, donde por cierto ganamos el segundo premio del certamen de Teatro. El primero fue para Peter Brook».
«Nuestro teatro era un compromiso social porque no tenía un lenguaje convencional. Nuestros textos eran duros, agresivos, sin signo ni sospecha académica», dice.
Para La Cuadra la fecha clave fue 1987 con el estreno de «Las Bacantes», un encargo del teatro Español de Madrid. «Era un encargo de Miguel Narros y con nosotros actuaba Manuela Vargas. A partir de ese momento tuvimos una mayor estructura de compañía, estaba diferenciada la parte técnica de la artística, pero seguíamos siendo gente comprometida que hacíamos teatro».
Si «Las Bacantes» fue un revulsivo para la compañía, en 1996 Távora estrena lo que supone su gran éxito popular: «Carmen, ópera andaluza de cornetas y tambores». El estreno absoluto fue en el Festival de Perelada y luego en la Real Maestranza, dentro de la Bienal de Flamenco de Sevilla. «Carmen era un acto de quijotismo. En Sevilla fuimos 100 personas y como mínimo viajamos cuarenta, con la Banda de Cornetas y Tambores y un caballo». Con «Carmen» les pilló el 11-S en Nueva York, actuando en el City Center. «Fuimos el único teatro que actuó al día siguiente de la tragedia, con las puertas abiertas y entrada libre. Emocionante, aunque los resultados económicos fueron un desastre».
Para Távora, sin embargo, su espectáculo clave fue «Andalucía amarga», «porque se hizo una vez empezada la Transición y la gente pensaba que Andalucía no sería amarga nunca más, y se equivocaron porque aquello duró muchos más años. Además, el montaje lo tuve que hacer en Bruselas porque aquí nadie creía en mí».
La última vez que actuó fue en la obra «Picasso andaluz», en 1992. «Yo nunca pensé que mi vida iba a ser el teatro. He estado en esto cuarenta años y a ver si aguantamos».
El futuro lo ve en su teatro, «pero las cosas están difíciles y el de la Cuadra, como el de todos los valores consolidados, es incierto. Nos hemos volcado en la creación de un teatro para la descentralización de la cultura e intentamos hacerlo compatible con nuestras giras, pero el teatro sin ayudas es insostenible y en este quijotesco empeño podemos morir en el intento», afirma el dramaturgo.
Tras 40 años y mirando atrás, Távora recuerda a Pepe Monleón, «que intelectualizó nuestros impulsos», o el que fuera ministro de Cultura francés, Jack Lang, «que creyó en nosotros». La Cuadra sigue, y el futuro está por descubrir.
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