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Javier Castaño: «Mi primero ha sido un toro tardo con el que había que apostar»

El diestro, satisfecho a medias con la dimensión ofrecida ante los cuadris

Javier Castaño: «Mi primero ha sido un toro tardo con el que había que apostar» j. m. serrano

fernando carrasco

La extraordinaria presencia de los toros de Hijos de Celestino no tuvo continuidad en cuanto al juego, complicando la vida de los tres diestros, Antonio Barrera, Javier Castaño y Alberto Aguilar, que venían a su única tarde en el ciclo abrileño.

El mejor parado, por disposición y firmeza, fue el leonés forjado en Salamanca Javier Castaño, que ofreció una importante dimensión, sobre todo en su primero, un toro al que le pudo. «Ha sido un toro agradecido —señalaba el torero— aunque había que ponerse en el sitio y apostar. Era un poco tardo y llevaba la cara arriba. El viento también ha molestado un poco. Le he visto un fondo bueno y al final, cruzándose me ha dejado pegarle algún muletazo bueno. Él ha tenido la misma actitud tanto cuando tenía la espada dentro como en la muleta, con la cara arriba por eso he tardado en descabellarlo».

Sobre su segundo, Castaño era de la opinión de que «ha costado mucho estar delante, le he buscado la cercanía porque era la única forma pero era muy complicado. A la mínima luz que vea voy a intentar meterme. Me hubiese gustado el toro hubiera tenido más gas pero no planteaba ninguna facilidad. El lote no me ha acompañado».

Buscando las orejas

Por su parte, el madrileño Alberto Aguilar, que se las veía con «Aldeano», un toro que embistió con mucha emoción, se lamentaba que tras matar a su primero de una buena estocada y habérsela jugado, «el descabello me ha jugado una mala pasada. de todas formas, la afición ha visto que he venido a jugármela, he toreado y he tirado del toro para adelante. He estado muy de verdad. El toro ha embestido muy bien por el derecho aunque por el izquierdo se sabía lo que se dejaba atrás. Ha tenido profundidad, ha humillado y sobre todo ha transmitido. Es importante que la gente vea que todo lo que se le ha hecho no es fácil, que aquí con lo bueno y poquito que se haga saben apreciarlo. Sevilla tiene mucha sensibilidad».

Alargó la faena al que cerró plaza porque quería, a toda costa, triunfar. «He puesto toda la carne en el asador. Al principio costaba mucho porque no venía entregado sino probando y a su aire, y hasta que no le he podido y se ha afligido y venido abajo un poco no me ha dejado estar a gusto. Salgo contento, orgulloso de mi actuación, pero me hacen faltas las orejas».

Abría plaza el sevillano Antonio Barrera, que calificaba a su primer toro muy difícil. «No se ha empleado ni se ha rebosado. Por el derecho se metía por dentro y por el pitón izquierdo no ha tenido recorrido y se aburría. A pesar de que ha tenido nobleza se ha aplomado y le ha faltado un poco de fibra en la embestida».

Tampoco hubo opción en el cuarto. «Yo lo he visto muy bruto, embistiendo con los pechos, pegando cabezazos y cuando le he bajado la mano y le he obligado por abajo me ha puesto el pitón en la hombrera. No ha querido empujar para adelante».

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