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el foto-matón

Felipe frente a los sectarios, ésa es la cuestión

Proponer a González como hijo predilecto de Sevilla es un honor para él y para la ciudad y honra a Juan Ignacio Zoido

Felipe frente a los sectarios, ésa es la cuestión efe

Alberto garcía reyes.

El sectarismo es tal vez la gran lacra de la política moderna. Ese divisionismo faccioso que cava trincheras en la oratoria para abrir en dos el mar de las ideologías tiene casi toda la culpa de que los ciudadanos se hayan alejado de los políticos como otrora la gente huía de los leprosos. La creencia de que la política es una mala arte de pícaros y trileros ha ido ganando adeptos en mitad del fango de las corruptelas mientras desde todos los bandos se lanzan mensajes cada vez más distantes del pueblo sobre las incompetencias o ineptitudes del contrario y viceversa. Por eso el nombramiento de Felipe González como Hijo Predilecto de Sevilla es un grito despavorido de salvación. Porque la iniciativa parte del rival y porque después de tres décadas de aire libre va siendo hora de aprender a distinguir. No es necesario estar de acuerdo con alguien para saber reconocer sus méritos. Ninguna idea democrática vale más que otra per se. Y quienes sólo aprecian la virtud en los que piensan como ellos han fomentado el mal del sectarismo partiendo de una perversión mental muy inicua: la superioridad ideológica. Felipe González Márquez es un orgullo para cualquier sevillano de ley. Se ha equivocado alguna vez, claro. ¿Quién no? Pero lideró un sueño desde la vaqueriza de Bellavista en la que se cimentó su anhelo de igualdad para su país, para su gente, para su historia. Aquel sevillano que quiso cambiar las cosas logró despertar a quienes habían encontrado la comodidad en el letargo. Y arrastró a muchos de nuestros abuelos al voto perpetuo del agradecimiento. Mi abuela fue a votar la última vez en su vida a Zapatero con un argumento incontestable: «Yo voto a Felipe». No sé si aquello era racional o emocional, pero sí sé que sólo alguien distinto, con carisma, importante, podía conseguir generar esa atracción. Sobre todo porque él ya andaba en las Bahamas. Y con los años, las tinieblas del poder y la degeneración de la política, la mirada idílica de muchos de los herederos de aquellos mayores se nubló. El reloj del mando es así. Los sueños, sueños son. Felipe no ha sido perfecto, pero ha sido único. Nació con el don del embelesamiento y fue capaz de persuadir a todo el país de que sus aires nuevos nos llevarían a la modernidad. Tal vez incluso cumplió el compromiso. Y toda mi generación, que casi no llegó a tiempo de poder votarle, sigue manteniendo su nombre en los labios. Aquí estoy yo, apenas dos meses después de que arremetiera sin pudor en un mitin contra este periódico, cantándole las bienaventuranzas. Y aplaudiendo un acto de justicia no sólo con él, sino con la propia ciudad, que a fuerza de ser egoísta ha conseguido aprovecharse de figuras de su talla para presumir de abolengo. Pero en un logro como éste no sólo hay que exaltar a quien recibe el honor, sino también a quien lo otorga. Después de tanto trincherismo mediocre, sucio y dañino, hemos de conveniar que la propuesta de Juan Ignacio Zoido de honrar a Felipe González también le honra a él.

Dios quiera que este gesto responda positivamente a la pregunta que pulula en esta imagen sobre el pensamiento del sevillano que espoleó la nueva libertad de España.

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