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Búsqueda de Ruth y José en Las Quemadillas: La máquina de la verdad

Un grupo de expertos geólogos, arqueólogos e investigadores revelan a ABC los entresijos de los rastreos en la finca de los Bretón con geo-radar

rafael tena/ v. merino/ R.C.

P. GARCÍA-BAQUERO

Cuando el geo-radar comenzó a enviar señales en una zona boscosa de Huelva en el otoño del año pasado, nadie, excepto el policía Ricardo, bajo las órdenes del entonces comisario jefe Manuel Piedrabuena , confiaba en que pudieran llevar casi 20 años enterrados los cuerpos de una madre y su hijo pequeño , brutalmente asesinados por su marido y padre respectivamente, bajo dos metros de piedra envueltos en una tienda de campaña. El mismo geo-radar que se ha usado en Las Quemadillas para buscar a Ruth y José detectó entonces un cambio de material (suelo) que por las frecuencias que emitía parecía plástico, algo inusual en una zona de bosque y a más de dos metros de profundidad bajo un tremendo lastre a base centenares de piedras.

Éste fue uno de los hallazgos que logró resolver un caso onubense y que altruistamente -a petición del Cuerpo Nacional de Policía - protagonizaron los técnicos de Condor Geo-radar , una empresa especializada en este tipo de búsquedas. Este aparato cuenta en su haber con el hallazgo de más de 90 fosas de la Guerra Civil ; un cadáver escondido en los bosques de Navarra o el rastreo en Aguilar de la Frontera del cuerpo de Ángeles Zurera , este último sin éxito.

En la finca de los Bretón

Uno de sus últimos encargos fue, precisamente el pasado mes de noviembre, localizar a Ruth y José en la parcela de Las Quemadillas en el primer barrido con geo-radar de la finca y en las paredes de la casa de los abuelos . Desde la pasada semana un grupo de expertos arqueólogos y geólogos peinan de nuevo la finca de la familia Bretón en busca de algún cambio en este terreno de limos del río Guadalquivir que puede esconder el secreto del único sospechoso de la desaparición de sus hijos. El director técnico de Cóndor Geo-radar, Luis Avial , explica a ABC que este «rastreador» básicamente lo que hace es un TAC del suelo . Es capaz de detectar cualquier zanja o movimiento de tierra diferente al trazado hace millones de años. Es sensible al corte por un árbol recién plantado y al paso de una tubería hasta los dos metros de profundidad. De forma altruista, el técnico de Cóndor Geo-radar ha colaborado con la Policía Nacional en la búsqueda de Ruth y José y no duda, por el propio convencimiento que tiene el equipo investigador con el que trabaja, «de que los niños están cerca», inclinándose más porque los pequeños estén en alguna de las parcelas aledañas.

El problema de Las Quemadillas es, a juicio de este experto, que es un terreno arcilloso , cargado de árboles con raíces que el aparato puede confundir con restos humanos y por donde pasa un tendido eléctrico de alta tensión que puede distorsionar las frecuencias que emite y recibe. «Si yo tuviera que deshacerme de unos cuerpos los enterraría justo ahí, en Las Quemadillas», asegura Avial. Este geo-radar estuvo trabajando sobre el terreno hace cinco meses, pero el huerto estaba completamente anegado , parecía haberse regado a conciencia, lo que dificultaba aún más la búsqueda tanto a los perros como al propio radar. En el caso de Ruth y José no solo se buscaba material osteológico (huesos) sino fluidos o gases propios de la descomposición de los cuerpos, sin ningún resultado.

El problema es que en estos casos para ser muy precisos la búsqueda debe hacerse utilizando una frecuencia muy alta y eso supone que no alcance mucha profundidad. No en vano, cuando el geo-radar entró por primera vez en Las Quemadillas, el técnico preguntó a la Policía que por qué les necesitaban si los perros suelen ser mucho más efectivos en estos casos tan recientes. El agente le dijo entonces: «Entre y lo entenderá». Y así fue. «Todo estaba lleno de naranjos , raíces de árboles pero sobre todo, encharcado de agua, lo que dificultaba mucho el rastreo canino».

Las conclusiones por entonces de Cóndor Radar fueron que en un 99 por ciento no había nada en la casa, y que en el 95 por ciento del huerto, tampoco. Aún así «Avial confía firmemente en que los niños están cerca».

Por su parte, Manuel López , profesor titular de Geofísica de la Universidad de Córdoba, explica qué puede aportar un geólogo en la búsqueda de Ruth y José en la parcela de Las Quemadillas. El uso del geo-radar es imprescindible en estas tareas. «Este aparato emite una onda electromagnética y recibe un eco cuando hay un cambio en las propiedades eléctricas del suelo. Las señales que se obtienen de esas radiaciones dan una imagen -no es una fotografía- de cómo responden esas ondas, es una forma similar a la que funciona el murciélago », explica este profesor de Geología de la UCO. «Emite ondas, éstas rebotan y penetra en él de nuevo, dándole idea de qué hay al otro lado», añade este profesor. A su juicio, en la finca de Las Quemadillas «no están buscando cadáveres exactamente, sino cambios en el terreno».

En cualquier caso, hay dos factores que influyen en el resultado del rádar: de un lado la receptividad del terreno y de otro, la frecuencia de la señal que se emplea. Si la frecuencia es alta (500 megahercios), se utiliza para temas de arqueología o para buscar elementos con más detalle. En los cambios, mientras más alta es la frecuencia consigue mucha precisión pero menos penetra la señal en el terreno. En un gigahercio podrían localizar cuerpos de dimensiones muy pequeñas, comenta este experto geólogo, pero depende mucho del tipo de medio. «Si es poco receptivo pero húmedo se pierde la señal. Si el medio es poco conductor, como granito o sales, puede ser más considerable con resultados inmediatos».

La casa de los horrores

Esto significa que en el hueco de una pared o en el hormigón funciona muy bien, así se demostró en la casa de los horrores en Londres hace años, donde descubrieron cadáveres emparedados. En definitiva «la investigación del geo-radar lo que muestra son qué cambios de propiedades físicas hay en el terreno que yo pueda aprovechar para encontrar algo», asegura López.

Según el geólogo de la UCO, estos elementos tienen una función estrechamente ligada a la del grupo de arqueólogos que trabaja en la finca de los Bretón . Estos expertos han explicado a ABC que la tarea de un arqueólogo en esta búsqueda pasa por hacer catas o seguir rastreando en capas horizontales la tierra que levantan las excavadoras. La arqueología, afirmaba uno de estos expertos en ritos fúnebres a ABC, es « destrucción de la historia ». El trabajo es recuperarla a través del estudio y la retirada de tierra de forma minuciosa. El trabajo de estos arqueólogos en Las Quemadillas consiste básicamente en interpretar las pistas que deja la tierra. Buscan fosas a través de cambios sustanciales en el color de la tierra o en sus capas.

Estos expertos arqueólogos están presentes en la localización de necrópolis iberas o romanas , pero también en fosas recientes. Su idea es encontrar algún cambio sustancial, como de color en la tierra que pueda dar idea de lo que hay debajo. Si de lo que se trata es de buscar cuerpos, el color de la tierra puede variar, pero se detectaría fácilmente si se hubieran enterrado entre las raíces porque estas mismas provocan mucha tierra orgánica con un color característico donde cualquier variación sería fácilmente detectable .

Asimismo, si lo que Bretón hizo con sus hijos fue incinerarlos y enterrar sus cenizas, los arqueólogos podrán detectar el color negro en la tierra provocado por los carbones que producen. En cualquier caso, arqueólogos y geólogos destacan la dificultad del caso.

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