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Paseo con historia a la luz de la luna

Paseo con historia a la luz de la luna FRANCIS SILVA

ESPERANZA CODINA

La asociación Zegrí de Málaga descubre por sexto año consecutivo los misterios de la Alcazaba en visitas nocturnas a partir del miércoles

Hay quien lo hace por empaparse de historia y por la curiosidad que despierta uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad, o hay quien se lo plantea para disfrutar de unas vistas privilegiadas de Málaga, con una panorámica curiosa y distinta a la del día a día. Sea por lo que fuere, las visitas nocturnas guiadas que organiza a la Alcazaba la asociación cultural Zegrí, en colaboración con el área de Cultura del Ayuntamiento, son todo un éxito y van ya por su sexto año consecutivo. A principios de junio, 1.300 personas disfrutaron de este circuito y a partir del próximo miércoles, durante cinco noches, las rutas volverán a repetirse para otro grupo similar de privilegiados.

El colectivo cultural se dedica a fomentar y divulgar el patrimonio malagueño y la organización de estos ciclos supone un esfuerzo enorme. Las visitas son gratuitas y salen adelante gracias al trabajo de los voluntarios de Zegrí, que son los que ejercen de guías para los grupos, formados por un máximo de 30 personas. El primero inicia su ruta a las nueve de la noche y salen progresivamente cada 15 minutos, hasta las once. El recorrido dura unas dos horas y lo que propone es un paseo por los jardines, patios y pasadizos de una fortaleza que se levantó en el siglo XI. Y todo ello, bajo la luz de la luna y en medio de un ambiente con músicos, bailarinas, malabaristas y guerreros que trasladan al visitante a otra época.

Impulsada por el rey Badis-Maksan, la Alcazaba continuó con su condición de fortaleza militar después de la toma de Málaga por los Reyes Católicos en 1487. Lo fue hasta mediados del siglo XVIII, cuando el edificio empezó a ser ocupado por familias sin recursos que, con los años, terminarían cambiando por completo la fisonomía del monumento. Éste es uno de los aspectos históricos en los que inciden las visitas, porque la Alcazaba de Málaga se convirtió en un auténtico barrio, con sus casas humildes, sus balcones y sus paredes encaladas, hasta que el comerciante Juan Temboury promovió su catalogación como Monumento Histórico Nacional. Fue en 1931 cuando las viviendas se echaron abajo y empezó la reconstrucción del conjunto arquitectónico.

En la zona militar sobreviven puertas en recodo en buen estado y el itinerario está salpicado de vestigios sorprendentes que retrotraen a la etapa en que la Alcazaba fue un barrio, no una fortaleza ni un espacio protegido. Hay, por ejemplo, unos sarcófagos vacíos del siglo XIX sin valor artístico y un pedestal de la Virgen de Viñeros.

No es el único elemento religioso que ahora está integrado en los fondos arqueológicos del monumento. En una pequeña gruta, junto a la Puerta del Cristo de la Alcazaba, una Virgen de Atocha decapitada, vinculada antaño al gremio de artesanos del esparto, recuerda la persecución religiosa de 1936.

La parte noble y palaciega, dedicada al descanso de los gobernantes, se encontró en muy mal estado y sólo se conserva la planta original y un artesonado en una torre mudéjar. El resto de elementos tuvieron que ser reconstruidos. Era la zona más deteriorada porque aquí, cuando la Alcazaba fue un barrio de vecinos humildes, estaban las huertas y los gallineros. Todo un mundo por descubrir.

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