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Muere Rafael El Eléctrico, maestro del compás de Sevilla

El bailaor y palmero falleció el 24 de diciembre a los 52 años víctima de un cáncer

Muere Rafael El Eléctrico, maestro del compás de Sevilla rocío ruz

alberto garcía reyes

Criado en la Cava, donde desde antes de aprender a andar ya se sabía las «patás» por bulerías de su tío Rafael el Negro , Rafael García Serrano, El Eléctrico , le dio tres vueltas al mundo tocando las palmas . Y volvió a su único lugar, Sevilla, para el final. Víctima de una trágica enfermedad , y con apenas 52 años , el maestro del compás que se despellejó las manos poniéndole soniquete a todos los genios del baile de casi todos los tiempos murió horas antes de la Nochebuena . Apagó todos los calambres de su cuerpo, con los que se ganó el apodo siendo un chaval, porque era el más rápido del Oeste con los pies, y dejó herida a una generación de flamencos de atrás de la que ya apenas queda El Bobote . Juntos vivieron todas las correrías del mundo. Se fueron a vivir a las Tres Mil tras el éxodo trianero —«musotros somos poligoneros», decía El Eléctrico— y allí montaron, con los Amador, el grupo Los Gitanillos , una patulea de niños donde Rafael y el Bobote bailaban a la velocidad del rayo, Melchor Santiago componía, Raimundo y Rafael tocaban y Juan José Amador cantaba. En la taberna de Pepe Donaire , en Castilleja, donde coincidieron con Camarón siendo un muchacho, se dieron a conocer. Eso sí, Donaire, que todos los días ofrecía un guiso a sus clientes mientras veían el espectáculo flamenco, tuvo que contratar a un guarda jurado sólo para vigilar la olla, porque los gitanillos se la pimplaban en un tris.

Allí se nutrió El Eléctrico de todo el soniquete del mundo y se sacó el carné de artista para ponerse a la espalda de todos los grandes bailaores . Todos. Farruco, Antonio, Matilde Coral, Merche Esmeralda, Mario Maya, Manuela Carrasco... Viajó a los cinco continentes con las mejores compañías y en cada escenario que pisó dejó su huella bailando por bulerías con un remate de alta tensión que se llevaba a los públicos de calle. Últimamente, aquejado ya de su enfermedad y harto de los aviones , trabajaba como guarda de seguridad de la Residencia Universitaria Flora Tristán de las Tres Mil. «El compás es una cosa mu difísi que en realidá es mu fási» , era una de sus sentencias. Pero el metrónomo de la vida se le ha parado antes de tiempo en su larga queja definitiva por seguiriya, sin darle tiempo siquiera a ir al homenaje que le estaban preparando para el día 2 de enero en el Lope de Vega , el teatro en el que siempre quedará custodiada su descomunal vuelta por bulerías.

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