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El duro «trabajo» de ser fan de Pablo Alborán

El malagueño actúa en Sevilla este sábado y un grupo de jóvenes hace cola desde el pasado lunes. Llevan una semana durmiendo en la calle con horarios y turnos perfectamente organizados

El duro «trabajo» de ser fan de Pablo Alborán M. T.

m. moguer

Que no le engañen . El grupo de jóvenes que ve en la foto no son inocentes chiquillos esperando a su cantante preferido. Son un grupo organizado con muy buena intendencia. «Seguir a Pablo Alborán es como un trabajo» , dice una de las chicas que acampa en la puerta del auditorio Rocío Jurado de Sevilla desde el lunes pasado. «Pero no nos pagan», se quejan. Presumen orgullosas de sus horarios y turnos, con los que consiguen cubrir todas las horas en la cola. « Estamos unas ocho horas , luego vienen otra pareja». Hasta tienen los cuadrantes impresos con las horas y nombres de cada una.

La organización está medidísima . Cada grupo de chicas -hay hasta cuatro grupos- se organiza en parejas para estar en la cola. Hacen unas horas y viene el relevo. Así, con dos personas en la cola, tienen sitio unas 15 jóvenes. Y así desde el lunes pasado y hasta el sábado por la noche. Comida, bebida, entretenimiento... Todo está pensado. Guardan en el coche los sacos y enseres y por el día solo tienen fuera unas sillas y una manta para sentarse en el suelo. Luego aparecerán tiendas y almohadas. Y mientras llega la noche, pasan el rato. Escuchan música, claro . También comen pipas, charlan, juegan a las cartas y hasta les da tiempo a estudiar: «aquí da tiempo a sacarte una carrera si quieres».

Por un sitio en la cola se paga hasta 100 euros y por un pase VIP, 200

No todas sacan los apuntes, porque alguna de ellas ya está trabajando. Es el caso de Mar, una joven de 30 años de Madrid que ha seguido a Alborán por toda España. La situación de esta chica es especial . Ni su familia ni en su trabajo saben que está en Sevilla, por eso prefiere no dar su apellido. Sí lo sabe (y le ayuda en la mentira) su marido . Hasta el punto de que es él, que ni siquiera es admirador del cantante malagueño, quien se queda a dormir en la tienda de campaña mientras su esposa regresa a la cama en el piso de unas amigas sevillanas.

En estas colas, dicen, han pasado de todo. « La gente nos grita cosas , se para... hasta ha venido la Policía a preguntar qué hacemos aquí». Pero esa es la cara amable . En un concierto de Alborán en Daimiel, la historia no fue tan simpática. «Habían puesto la entrada junto a las casetas, así que los borrachos nos tiraban palos y piedras. Hasta nos orinaron encima », cuenta una de las campistas por Alborán. Al menos en Sevilla de momento, lo único que les ha caído es lluvia.

Comprar el sitio por 100 euros

Los conciertos de Pablo Alborán mueven mucho dinero . No solo el que se embolsa el cantante por la recaudación o el que factura la sala. En las colas también hay una economía propia. « Hay quien te quiere comprar tu sitio en la cola. A mi me han llegado a ofrecer 100 euros. Y hasta 200 por un pase VIP», explica Cristina Canto, que está en la puerta del auditorio con Marina, Miryam, Reyes e Inma.

Ninguna reconoce haber aceptado estas ofertas y, de hecho, se quejan de falta de fondos: «Si tuviera más dinero iría a más conciertos», repiten . La más afortunada es Mar, que no estudia como ellas, trabaja hace años. «En mi casa entran dos sueldos y puedo dedicar uno a Pablo Alborán». Su gasto por concierto está en unos 200 euros. Una minucia, comparado con una fan de Texas que llega el jueves y solo en el billete de avión se gasta mucho más. «Es muy fan de Alborán, la música llega a todas partes».

Pero no todas se gastan eso. Algunas con los algo más de 30 euros de la entrada y algún paquete de pipas cubren el presupuesto . La comida la llevan de casa, que suele ser la de sus padres, los grandes sufridores de la «afición» de las niñas. ¿Qué dicen los padres? «Que estamos locas. Se preocupan de que estemos por la noche en medio de La Cartuja». Aún así parece que consienten.

Un novio al rescate

Para solucionar ese miedo a la noche en la calle está en la cola el único chico del grupo, Daniel . Este carnicero de 21 años es el novio de Jessica, que persigue al cantante donde haga falta. Ella no quería hacer la cola sola, así que le regaló una entrada para este concierto aprovechando que cumple años el domingo. «A mi no me gusta mucho, pero aquí vamos a estar hasta el sábado», explica el joven. Al menos tiene la suerte de que su jefe le da los días libres porque también es fan de Pablo Alborán. «Hay gente para todo», reflexiona.

Daniel no solo está en su su primera acampada preconcierto . Este es además el primer concierto de su vida. Se estrena con Alborán, algo que lleva con resignación. «Qué le voy a hacer», dice . Por la cara que le pone su novia, es verdad que pocas opciones tiene más que esperar en la calle hasta que cante el malagueño. Como al resto de las «trabajadoras» de la cola, que van a echar una «peonada» de varios días. Y ellas encantadas, este es un trabajo vocacional.

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