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entrevista ministro asuntos exteriores

García-Margallo: «Con Gibraltar se ha acabado el recreo de la época de Moratinos»

Estudia crear una nueva tasa de 50 euros para entrar y salir del Peñón, y destinar el dinero a los pescadores

García-Margallo: «Con Gibraltar se ha acabado el recreo de la época de Moratinos» isabel permuy

anna grau

Nuestro ministro de Exteriores desciende de una estirpe de navegantes y militares y tiene muy clara la divisa marinera de que no hay viento favorable para quien no sabe a dónde va. Él tiene muchas ideas, y enormemente claras. Y ahora mismo una de las más enormemente claras es que España va a cumplir a rajatabla la ley en el control de la verja con Gibraltar. Así lo exigen el derecho elemental y la decencia, aunque no todos los gobiernos españoles recientes lo hayan visto de la misma manera.

–¿En qué punto exactamente nos encontramos en el conflicto con Gibraltar?

–Estamos intentando recuperar lo que es recuperable, que no lo es todo ni mucho menos, de todo lo que cedió en su día el ministro socialista de Exteriores Miguel Ángel Moratinos. Nunca antes de él un ministro español de Exteriores había puesto a Gibraltar al mismo nivel que Reino Unido y España y reconocido algo como el Foro Tripartito. Eso fue un disparate tan grande que hasta la sucesora socialista de Moratinos, Trinidad Jiménez, aunque no denunció el Foro Tripartito como lo he hecho yo, jamás en la vida volvió a convocarlo. Bueno, Gibraltar tiene que entender que con este gobierno las cosas nunca van a volver a funcionar así. Se ha acabado el recreo.

–¿Pero cómo hemos llegado esta situación?

–Vayamos por partes. Para empezar en época de Caruana, Gibraltar aprobó una legislación medioambiental cuya única finalidad era impedir que los pescadores españoles pudiesen faenar en esas aguas a la manera tradicional. Después del escándalo del apresamiento de un pesquero, con intervención de la Guardia Civil incluida, se dieron cuenta de que habían llegado demasiado lejos y en 1999, con el gobierno Aznar, se alcanzó un acuerdo no para abolir esa legislación pero sí para no aplicarla. Pero Fabián Picardo desde la oposición gibraltareña tomó esa ley absurda como un caballo de batalla y se comprometió a aplicarla al llegar al poder. Por otro lado el Reino Unido logró que la UE autorizara declarar las aguas de Gibraltar, unas 5.000 hectáreas, de interés comunitario, aprobando especiales medidas de conservación. Yo le digo a mi homólogo inglés, William Hague, que las 23.000 hectáreas de aguas españolas incluyen esas 5.000 y que, sin ánimo de entrar en disputas específicas de soberanía, lo lógico es aplicar la misma legislación comunitaria a las mismas aguas. Parece que nos vamos a poner de acuerdo especialmente en el momento en que lo británicos tienen interés en que les ayudemos con nuestro apoyo para desbloquear la suspensión de una explotación petrolera que British Petroleum tiene compartida en el Mar del Norte con Irán y que se vio afectada por las sanciones. Como a ellos les interesaba este asunto y a nosotros el otro, éramos optimistas ante las perspectivas de una solución consensuada para el tema de nuestra pesca, cuando de repente Gibraltar rompe todas las barajas ausentándose de la negociación y tomando una medida extrema como arrojar bloques de hormigón con pinchos que destruyen los caladeros. Con lo cual ya no hay caladeros ni pesca posible ni nada sobre lo que negociar…mientras no se retiren esos bloques.

–¿Y es en ese momento cuando España decide apretar las clavijas a Gibraltar en la verja y en muchas otras cosas?

–¡En absoluto! Una cosa y otra son absolutamente independientes, no tienen nada que ver. Se lo cuento para que quede patente que en el tema de la pesca, como en tantos otros, estaba acreditada nuestra voluntad de diálogo, y es la otra parte la que lo hace imposible…

–Entiendo.

–Lo mismo está ocurriendo en otros ámbitos. Es nuestra obligación controlar a rajatabla el contrabando, el blanqueo de dinero y el tráfico ilícito. Nos lo exige nuestra pertenencia a Europa. Gibraltar no es territorio Schengen. Como también es nuestra obligación controlar las irregularidades fiscales, por ejemplo inspeccionando a los cerca de 6.000 gibraltareños que tienen propiedades en Sotogrande. El gobierno Picardo no puede decirles que vamos a hacer la vista gorda, porque no es verdad.

–Efectivamente, da la impresión de que se ha acabado el recreo en muchos sentidos.

–Tenemos que revisar nuestra legislación en muchos sentidos para atajar todo lo que no funciona. Vamos a modificar la ley del Juego para que por ejemplo si quieren operar en España tengan que utilizar servidores españoles, de paso así recaudamos los impuestos nosotros. Vamos a cerrar espacio aéreo, a restringir parte de los vuelos. Si por controlar como es debido en la verja se producen retenciones y congestiones, bueno, quizás habrá que ir pensando, que nos lo estamos pensando, en crear una tasa de 50 euros para entrar y 50 euros más para salir. Esa recaudación nos vendría muy bien para ayudar a los pescadores damnificados por la destrucción de los caladeros aunque, insisto, unos delitos no tengan nada que ver con otros.

–Pero el delito medioambiental es de los más graves.

–Es gravísimo. Por eso aparte de denunciarlo bloqueamos la entrada en el Peñón del hormigón y de otros materiales necesarios para cometerlo. Pero el daño ya está hecho mientras no se retiren los bloques. Así de extrema ha sido la mala fe de Gibraltar.

–¿Qué actitud espera del gobierno británico?

–Con el Reino Unido España ha tenido siempre una buena relación y la va a mantener.

–Dicen que usted la tiene clara hacia afuera…y hacia adentro. Que aun siendo el titular de Exteriores es de los miembros del gobierno más activos en evitar que por ejemplo Cataluña se separe de España.

–En esta época hay que tener muy claro que, frente al poder nacionalmente inabarcable de grupos multinacionales que con su capacidad de crear y destruir empleo, de crear y destruir felicidad, pueden poner de rodillas a muchos Estados soberanos, cualquier movimiento disgregador o separatista va contra el sentido de los tiempos. De ahí la importancia de integrarse en unidades cada vez más grandes, como la misma UE. Puede haber marcas locales para productos locales, pero es obvio que para ganar el proyecto entre La Meca y Medina, hacer el Canal de Panamá, el metro de Riad, etc, la marca es España, y lo contrario es equivocarse.

–Vamos, que el independentismo no es bueno para la cuenta de resultados de nadie, digan lo que digan…

–Yo cuando silban el himno nacional en Cataluña no me siento enfadado, me siento extraordinariamente dolorido. Y es que esto de la política es de sentido común, es la vida misma: a mí sólo me pueden hacer daño las personas a las que quiero.

–Por eso fue tan fulminante la destitución del responsable de la Marca España que faltó al respeto a los catalanes?

–Por eso y por otras cosas. No sé si todo el mundo sabe que la Marca España toma su nombre de Cataluña, de la original Marca Hispánica de Carlomagno.

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