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Mariella Devia: «Los tenores son siempre un problema: son tenores»

Mariella Devia: «Los tenores son siempre un problema: son tenores»

MARTA CARRASCO

SEVILLA. El teatro de la Maestranza debe de ser de los pocos espacios escénicos que se han visto favorecidos por la crisis económica. La cancelación de producciones en varios teatros, ha originado que la gran soprano italiana, Mariella Devia, pueda venir a interpretar a Amenaide, el principal rol femenino de «Tancredi», la ópera de Rossini que se estrenará el próximo día 14 en el coliseo sevillano.

«Yo tenía que haber cantado en «Lucrecia Borgia» en Verona pero se canceló y gracias a ello he podido venir a Sevilla». La cantante ha hecho un esfuerzo porque hacía cuatro años que no interpretaba este papel, «vengo a este teatro porque tengo de él buenos recuerdos, si me lo hubieran pedido de otro me hubiera quedado en casa de vacaciones».

Dice que la crisis está afectando mucho a los teatros de ópera. «Me han cancelado Verona y Barcelona. Las cancelaciones son debidas a lo caro de las producciones y ello va a afectar mucho a los cantantes antes jóvenes», asegura.

Para la soprano, Rossini es un compositor complicado y difícil, «vocalmente siempre, pero además, mi personaje es complejo, una mujer en un mundo de guerra y masculino. Siempre es una mujer incomprendida», pero cree que hay arias bellísimas, «como mi aria de la prisión. Rossini creaba atmósferas estupendas».

La soprano posa para las fotos con agilidad de trapecista, subiéndose en la estatua del caballo de la escenografía, sin esfuerzo. «Me mantengo en forma. Camino todos los días y alguna vez hago gimnasia. Nunca he sido de mucho comer, pero sí estoy atenta con lo que como. Cuando se canta, el físico y la salud es la base más importante».

Pese a todo, cree que la cabeza debe de estar muy bien para ser cantante de ópera, «no es fácil porque resulta casi imposible quitarte de la cabeza tus cosas personales cuando subes al escenario. . La ópera es dura y aunque luego se convierta en un placer, nadie imagina el trabajo que hay detrás». Sigue ejercitando la voz con rigurosidad, pero ya no quiere estudiar más papeles nuevos, «tengo unos cincuenta en mi repertorio. Basta». Para cuidarse la voz toma caramelos emolientes, «para hidratar la garganta».

Dice no ser muy rebelde con los directores de escena, «depende de lo que me piden, aunque siempre les solicito que me expliqué porqué. Por fortuna he trabajado con personas razonables». Pero cuando se le pregunta por los compañeros de trabajo, dice: «¡Ah los tenores!». No quiere decir nombres y afirma llevarse bien con todo el mundo, «aquí en el Maestranza me encuentro muy bien con la compañía». Insisto con los tenores...«es difícil... ¿por qué me hace esta pregunta? (ríe). Los tenores son siempre un problema: son tenores. Con los barítonos nunca hay problemas, la vida es así», comenta.

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