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«Orlando», otro cumpleaños feliz

ÓPERA

«Orlando» de Haendel. Intérpretes_Jordi Domenech, Ingela Bohlin, Marina De Liso, María Espada, Denis Sedov. Al Ayre Español.Director_Eduardo López Banzo. Lugar: Teatro de la Maestranza. Día: 14/04/2009.

CARLOS TARÍN

El 14 de abril de 1759 Londres daba su último adiós a Haendel, el mismo día que, justo 250 años después el Maestranza traía este maravilloso «Orlando». Ahora bien, nos hemos de preguntar por qué uno de los directores más solventes del panorama español, no sólo como artista, sino como denodado investigador y erudito conocedor de la ópera barroca vuelve a dar un zarpazo al original, eliminando mucha música, entre ellas la preciosa y decisiva «Non fu già men forte Alcide», la única que usa trompas para apoyar a Orlando en su defensa sobre su carácter afeminado. ¿Por qué, maestro? Desde el punto de vista artístico, sentimos que íbamos de las tinieblas a la luz, acaso como el dubitabundo Orlando, quien sabe finalmente que su destino es la gloria. Porque ya en la brillante obertura haendeliana un color inánime se adueñó de la orquesta. La primera voz fue la de Sedov, un bajo bronco y de registro poco cuidado, que llegó bien a los profundos graves, casi no llega a los más altos, y que cambió de color a menudo. Luego llegó la presencia de Domenech: la voz hacia dentro, la barbilla clavada al pecho, para desde ahí intentar sacar graves -forzados y descolocados- y defender unas muy débiles coloraturas, que intentó enmascarar con una expresividad afectada. Y de pronto la luz se hizo, la escena se llenó del color rojo, cálido, del vestido y registro de María Espada, todo un monumento al canto, a la voz bien impostada, a unas notas firmes, bien asentadas, llenas, alcanzando con igual certeza y coloración el agudo que el grave, sin faltar el matiz apianado y de sensibilidad. Un prodigio. El elenco femenino estuvo en estado de gracia, porque la menuda soprano sueca Ingela Bohlin, además de una voz limpia, hermosa y sugerente, mostró un fraseo lleno de lirismo, comprensión, amor o temores, bien enlazado y articulado, tanto como la italiana De Liso, en su papel de Medoro, al que dotó de una gran expresividad con las necesarias gotas de virilidad. Excelente la orquesta, entre los que distinguimos a algunos músicos de la OBS, como el sevillano José Manuel Navarro y el vizcaíno Kepa Arteche, que nos ofrecieron un gran dúo de violas en la escena del sueño. Banzo finalmente tomó la medida acústica de la sala, una dirección más enérgica (excesiva en «Cielo, se tu il consenti»), y estuvo magnífico, tanto en la atentísima dirección como al clave, con su habitual conocimiento y entusiasmo.

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