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Culto mariano

Unos 65 peregrinos de La Oliva asisten a la celebración de la Virgen de los Reyes

La Agrupación Sacramental del Dulce Nombre completa el tradicional recorrido nocturno desde Dos Hermanas

Unos 65 peregrinos de La Oliva asisten a la celebración de la Virgen de los Reyes m. l.

M. L.

Unos 65 componentes de la Agrupación Parroquial Sacramental del Dulce Nombre de la Parroquia de La Oliva han realizado esta madrugada la tradicional peregrinación hasta la Catedral de Sevilla para asistir al primer acto litúrgico que ha rendido culto a la Virgen de los Reyes, patrona de Sevilla. Se trata de la primera ocasión en que este grupo de peregrinos de Dos Hermanas, que inició el itinerario desde la parroquia a la 1:00, lo hace como Agrupación Sacramental, que estrenaba actividad desde su reciente constitución. Desde la parroquia, en cambio, ha sido el séptimo año consecutivo que se organiza la salida en peregrinación.

La agrupación nazarena, que tras asistir a la misa aguardó para acompañar la tradicional procesión mariana de la festividad de la Asunción, completó en unas 4 horas los alrededor de 15 kilómetros que separaba el punto de partida al templo mayor sevillano. Fue su procesión previa. Y lo hicieron, como los centenares de peregrinos que llegaban de los pueblos de la provincia y que ya acechaban la Puerta de San Miguel de la Catedral, tras un tramo de andadura sólo apto para iniciados. Los rostros de los recién llegados representaban un mapa variopinto de los municipios próximos, a la espera todos de la apertura de las puertas. Eran pocos minutos más tarde de las 5:00.

A esa hora, el grupo de devotos de Dos Hermanas había ya culminado su segunda y postrera parada de descanso antes de enfilar dirección arriba la avenida de la Palmera, último esfuerzo del recorrido nocturno. Juan José Blanco, secretario de la Agrupación Sacramental del Dulce Nombre, relataba entonces las vicisitudes ocurridas en el camino que el carril paralelo a la vía del tren los había conducido a Sevilla. Es la tradición: sin incidencia. Sólo los dos altos en el trayecto, explicaba pacientemente Blanco, una junto a la estación de ferrocarril de Bellavista y otra próxima a la iglesia del Corpus Christi en la Palmera, justo el tiempo de descansar, abrevar y avituallarse brevemente.

Calor

«El calor que está haciendo a esta hora», reseñaba jovialmente como mayor hecho relevante el secretario del grupo nazareno mientras se dirigía hacia el interior de la catedral, sofoco que ya mostraban los peregrinos que contaban las horas de la noche por kilómetros de itinerario. Desde Olivares, Gelves, Alcalá, Bollullos o desde los barrios locales; en pareja, solos o en grupo, todos los visitantes buscaban un lugar donde descansar y refugiarse del calor húmedo que a esa hora reinaba ya en el ambiente más o menos recogido, más o menos festivo del paisanaje sevillano. También era el cansancio el que predominaba en la Capilla de San José, donde un operativo de la Cruz Roja atendía los ocasionales esguinces o contusiones que registraba el peregrino de a pie.

«¿Nos pueden conseguir un ventilador?», preguntaban desde la institución humanitaria a un miembro del nutrido operativo de seguridad. «Es para los peregrinos, que vienen deshidratados», explicaba la Cruz Roja, que hacía de mediador entre la santidad del altar –la tumba de Bueno Monreal o la “Santa María Magdalena, San Lázaro y Santa Marta” que Valdés Leal– y la sesión de lamentos, sufrientes y reanimados peregrinos. «A mí lo que me queman son las “sebaduras”, que las tengo reventadas», aclara un joven que forma parte de la comitiva nazarena y que busca una ráfaga de oxígeno donde mejor sabe.

Misa

La primera misa de la mañana se encamina a la liturgia eucarística para entrar en la recta final del primer oficio, a la que sucederán sucesivas celebraciones hasta las 8:00, instante del comienzo de la procesión. La patrona sevillana, madre del rey de reyes, preside un año más el altar, enfrentándose a la tumba de Cristóbal Colón en el templo catedralicio, lo que supone un tipo de tributo a quienes desde los alrededores de Sevilla, también aventureros, han efectuado un particular viaje desde el otro lado de un oceáno devocionario: ese otro alfa y su omega, al cabo.

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