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marcados por la tragedia

La dura historia del camionero sevillano que continúa preso en la cárcel de Tánger

La familia del reo, que está gravemente enfermo, no entiende por qué su padre continúa entre rejas

La dura historia del camionero sevillano que continúa preso en la cárcel de Tánger juan flores

s. cabezas

La familia de Antonio García Vidriel , el camionero jubilado preso en una cárcel de Tánger sigue sin encontrar explicación lógica al hecho de que este hombre, con una cardiopatía muy severa —le han dado ya dos amagos de infarto en la cárcel—, diabetes, hipertensión y varias patologías más, continúa entre rejas mientras que su hijo, también preso en el mismo centro penitenciario por el mismo delito ha sido indultado por el rey de Marruecos.

Y es que la historia de esta familia está llena de tragedias . Una concatenación de hechos muy dolorosos que han marcado sus vidas. Aunque estaba jubilado, Antonio García Vidriel decidió de nuevo a subirse al camión para acompañar a su hijo, Antonio García Ancio, en un viaje a Marruecos. Quería poner tierra de por medio porque la tristeza le había sumido en una depresión por la muerte de su mujer , a la que estaba «profundamente unido», según cuentan sus más allegados. La enfermedad de su mujer, un cáncer de mama, le obligó a reducir sus viajes hasta el punto que Antonio había dejado casi de trabajar. Incluso cuentan la difícil situación economía en la que se encontraba la familia: le fue embargado alguno de sus camiones, le cortaron la luz y el agua... «Pero él no dudó en dejarlo todo para llevar a su mujer a donde hiciera falta para que la trataran», explica Ignacio Freire, ex alcalde de La Luisiana y amigo personal de Antonio.

Pero el destino le tenía preparada otra sorpresa: la cárcel. El 12 de abril de 2012 padre e hijo fueron detenidos y condenados por tráfico de drogas, aunque ellos insisten en su inocencia .

«Lo hemos pasado muy mal, estamos en paro y teníamos que pasarle dinero porque allí, en Marruecos, todo funciona a golpe de dinero », reconoce Miguel. Mientras, su padre sufría en la cárcel de Rabat dos amagos de infarto . A todo esto la familia tuvo que hacer frente a otro trágico episodio, uno más. Lucas, el menor de los hermanos, de 22 años, sufría un accidente laboral por el que aún continúa hospitalizado en el Virgen del Rocío. Tiene quemado el 60 por ciento de su cuerpo y ha sido sometido ya a 9 operaciones, la última ayer. «A mi se me parte el alma cuando mi hermano me pregunta por mi padre; es lo único que dice: ¿dónde está papá?» . Miguel se detiene unos segundos, necesita respirar y coger aire para continuar: «es que es lo único que tenemos, —se excusa— perdimos a nuestra madre, es lo que nos queda». Y mientras tanto, Antonio, que se escuda en su fortaleza de legionario adquirida en sus tiempos de mili, espera poder ver y abrazar a su hijo, a «su Lucas», como él le llama.

Según cuenta Miguel, su hermano indultado apenas habla de su estancia en la cárcel de Tánger: «Ha perdido más de 40 kilos y está en tratamiento psicológico porque dice que lo ha pasado muy mal». De hecho, apenas sale de su casa en la que se encuentra recluido desde que llegó de Marruecos con su mujer y sus dos hijos. Y es que estos 18 meses han sido una tortura, una pesadilla de la que aún no despertado.

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